Diario de un viaje no emprendido (xviii).

 


—No has contestado a mis llamadas.

 

Tardé en responderle, intenté ignorarle, pero era imposible. Estaba acercándome por la acera y no dejaba de mirarme. Yo huía de sus ojos. Ya había metido la llave en la puerta del portal cuando le contesté.

 

—Lo sé 

 

—Te has mudado y abandonaste la universidad donde entraste gracias a mí, sin embargo, no has cambiado de teléfono.

 

No recordaba que me hubiera ayudado a entrar. De hecho, pensé que fueron mis notas y las becas que ofrecía la universidad privada lo que me permitió acceder. Pensándolo bien, podría haber intercedido por mí: claro, así habría sido. Ignoré su comentario.

 

—Gracias por todo. Estaba equivocado. Lo siento.

 

—¿Esa es tu respuesta? 

 

Me puso la mano en el pecho. Yo no le quería mirar. Hice ademán de abrir y noté su presión. Creo que era la primera vez que me tocaba, nunca antes lo había hecho, no recordaba ni un apretón de manos al vernos…, nada. Ese fue mi pensamiento. De repente caí en la cuenta de que estaba sintiendo asco al tocarme como si yo estuviese infectado y pudiera contaminarle.

 

—Esa es mi respuesta —le respondí.

 

—Sabes que no es posible.

 

—Lo sé, pero no hay otra.

 

—Mi padre ha preguntado por ti varias veces. Dice que hace mucho que no te ve, que hace mucho que no pasas a saludarle.

 

—Es cierto.

 

—No te burles de mí. 

 

—No lo hago. Es cierto. Puedes saludarle de mi parte. 

 

—He dicho que no te burles de mí. —Me empujó con la mano que tenía en mi pecho y di un paso atrás. Entonces le miré.

 

—Mira —le dije temblando; las palabras se atoraban en mi boca, pero conseguí algo de elocuencia en mis frases—, puedes sentirte engañado, estás en tu derecho, pero yo no quiero esa vida que me ofrecisteis. Estaba equivocado. Tal vez debí habéroslo dicho, pero me dejasteis bien claro que no era decisión mía, que aquel maldito paso que di era definitivo. Sin embargo, cambié de opinión. Me di cuenta de que esa vida no era para mí. Había estado confundido durante mucho tiempo. No fui valiente, lo sé. Nunca lo fui. Hui, lo sé. Pero no del todo. No me he escondido. Estoy aquí. Intentando cambiar, intentando construir una vida que sea mía, aunque sea humilde, aunque sea pobre. Es lo que quiero, es lo que necesito. Este camino es el que tomo.

 

—Sabes que no puede ser, —dejó caer la mano y liberó mi pecho. 

 

—Lo siento…, es mi decisión.

 

—Vendremos a por ti. Es absurdo. Tenías a tus pies todo lo que querías.

 

—No es verdad. No era mío, era vuestro —me detuve un instante—, pero además esa no era la forma en la que quería conseguirlo. En realidad, antes de que todo aquello sucediese no me importaba cómo alcanzar lo que teníais. Os envidiaba y deseaba vuestra vida. Pensaba que podría llegar a hacer cualquier cosa para conseguirla. Pero lo de aquel pobre hombre fue horrible. Algo en mí cambió. No pretendo que lo entiendas, pero es así. Comprendí que no podía seguir, que aquello no era para mí. No podía emprender aquel viaje.

 

Dio un paso atrás. Entonces pude respirar. Sentí alivio. Fue como desprenderse de una losa, de un gran peso que me oprimía el corazón. Pude respirar. Le miré y sonreí. Él dio otro paso más hacia atrás. Ahí lo comprendí. No había nada que hacer. Todo estaba decidido. Tuve una oportunidad. No sé si por amistad o por pena, pero la había desaprovechado. Levantó su mano derecha y se acarició el pelo rubio. Vi sus ojos por última vez: azules. Tan intensos como un mar al atardecer con el sol escondiéndose en su horizonte. Creo que estaba enamorado de esos ojos desde que los vi por primera vez. Quise tocarlos, apropiarme de ellos, poseerlos, pero enseguida descarté esa idea. Era absurda. Esos ojos no eran míos, como tampoco lo era su vida. Entonces oí un chasquido seco y grave, y sentí un calor punzante en la nuca. Algo denso comenzaba a chorrear por mi cuello. No pude mantener los ojos abiertos más tiempo. 

 

  

 

Imagen creada por el autor con IA. 

En Mérida a 3 de septiembre de 2025.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

https://encabecera.blogspot.com.es/