Elon Trump.

 


En el vasto y extraño escenario político de Estados Unidos de América que refleja la realidad de ese país y termina extendiéndose a occidente y a estas alturas de la globalización probablemente a todo el mundo, dos figuras han emergido con una influencia sin precedentes: Donald Trump y Elon Musk. Aunque provenientes de mundos distintos —la política y la empresa— sus caminos se han entrelazado de manera sorprendente, para moldear el futuro del país —y quién sabe si constituirá un cambio total del paradigma occidental— de un modo previsible por los antecedentes y no por ello desdeñado por sus electores. En realidad, ambos son reincidentes, Donal Trump obtiene su segunda presidencia de un país cuyos valores democráticos aparentemente modélicos están cayendo exponencialmente en una subyugación a los medios de comunicación que controlan y manejan con total impunidad. Por su parte, Elon Musk siempre ha dado señales de acercamiento al poder gracias, como es obvio a su ingente fortuna.

 

La relación entre Trump y Musk no siempre fue cercana. En 2016 Musk se mostró crítico con Trump apoyando a candidatos demócratas como Hillary Clinton. Lo cual no deja ser sino un reflejo de la búsqueda de un provecho individual. Sin embargo, con el tiempo, ambos encontraron intereses comunes que los acercaron —las ideologías son tan cambiantes como sea necesario para sus ideólogos, no así para los seguidores para los que deben ser inamovibles—, intereses tal vez espurios y quién sabe si deshonestos o, al menos, poco éticos. Musk, preocupado por las regulaciones que afectaban a sus empresas, vio en Trump a un aliado dispuesto a desmantelar la burocracia que, según él, obstaculizaba la innovación. Por su parte, Trump reconoció en Musk a un visionario cuya influencia social y recursos económicos podían ser beneficiosos para su administración. De este modo, crean una simbiosis altamente peligrosa que aúna dinero y control de la información, en consecuencia, el poder más absoluto que pueda imaginarse y la capacidad de influir y determinar el futuro y el pensamiento de centenares de millones de personas. Yo estaría aterrado si fuera americano porque tengo claro que van a alterar el modelo de vida de esa sociedad y dudo que sea para beneficio de los ciudadanos, pienso que será más bien para beneficio de unos pocos, entre los que, por supuesto, ellos mismos se encuentran. Pero como soy europeo, estoy pávido porque las decisiones que están tomando, especialmente en política internacional van a determinar en gran medida el futuro a corto plazo de numerosos países. Esta situación me recuerda en gran medida a lo que ocurrió en los meses anteriores a la segunda guerra mundial: un loco plenipotenciario anda suelto y tiene todo el poder imaginable y la confianza de gran parte de la población para hacer y deshacer a su antojo, se llama Elon Trump. Además, sin ser experto en psicología, ambos, que se hacen uno, parecen ser el perfecto perfil de macho alfa egocéntrico narcisista irremediable. Tal vez la única esperanza que nos quede es que esos dos perfiles se conviertan en incompatibles y surjan entre ellos roces que hagan inevitable la confrontación y posterior escisión… ojalá. Tal vez en ese escenario, el ganador sea el más poderoso, no sé aún quién será, aunque, evidentemente el que ostenta el poder delegado por la ciudadanía ahora mismo es Trump, aunque puede ser que el ego de Elon sea más poderoso y se imponga.

 

Durante la campaña presidencial de 2024, Musk se convirtió en uno de los principales donantes de Trump, aportando más de 75 millones de dólares a través de su Super PAC, America PAC —political action committee— para impulsar los siguientes valores: fronteras seguras, ciudades seguras, gasto sensible, sistema judicial justo, libre expresión… Y yo me pregunto, ¿no son esos valores los de la democracia? Curiosamente la página web de ese comité de acción política no puede verse desde fuera de los Estados Unidos. Además del apoyo financiero, Musk utilizó su plataforma, X —anteriormente conocida como Twitter—, para amplificar los mensajes de la campaña y movilizar a los votantes en estados clave. Esta colaboración no solo fortaleció la posición de Trump, sino que también consolidó a Musk como una figura influyente en la política estadounidense. Eso no es todo, Trump con su eslogan MAGA —Make America Great Again— que convirtió en una marca que registró a su nombre y que ya utilizó en su campaña de 2016, aunque proviene de una frase de Ronald Reagan de 1979, está obteniendo tal vez la última pata que les queda por conquistar además del dinero y del control de la información, están consiguiendo que la gente se sume a su ideología, que acepte su culto, que se conviertan a su secta —recordemos que una religión no es más que una secta muy numerosa—. De este modo Elon Trump o Donald Musk tendría bajo su auspicio: dinero, información e ideología. Todo excesivamente parecido a lo que ocurrió con la Alemania nazi anterior a la segunda guerra mundial.

 

Tras la reelección de Trump se creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental —DOGE—, con Musk a la cabeza. El objetivo de este pseudoministerio es reducir el gasto público y agilizar la administración federal. Pero la realidad es que en Estados Unidos los presupuestos son determinados en el Congreso y ejecutados por el Gobierno, así pues, en apariencia, DOGE estaría haciendo algo ilegal o, al menos, algo contra el mandato congresista, eso sin entrar a valorar el contenido de los recortes que afectan en gran medida a medidas sociales y a la ayuda exterior que podría tener como consecuencia una merma en la influencia de los Estados Unidos en el resto de países del mundo, aunque no creo que esto sea casual, pues parece que Elon Trump o Donald Musk sencillamente utiliza la fuerza para conseguir lo que quiere por lo que, parece inteligente reducir el gasto en ayuda exterior puesto que no necesita la influencia que hasta ahora venía ejerciendo con esa ayuda. Bajo la dirección de Musk DOGE está implementando medidas drásticas, incluyendo despidos masivos y la reestructuración de diversas agencias. Aunque estas acciones generan controversia y propician desafíos legales, Donald Musk defiende su enfoque como necesario para evitar la bancarrota del país y eliminar gastos innecesarios y superfluos que pueden destinarse a otra cosa. Se trata de la definición más básica del término economía: gestión eficiente de recursos limitados que pueden tener varios usos. El problema radica en quién determina qué se recursos se usa cómo.

 

La colaboración entre Trump y Musk no está exenta de críticas. Se han planteado preocupaciones sobre evidentes conflictos de interés, dado que las empresas de Musk, como Tesla y SpaceX —tal vez Trump tiene acciones en estas empresas a través de testaferros, no creo que sean tan estúpido o atrevido como para tenerlas a su propio nombre— tienen contratos millonarios con el gobierno federal y todo parece apuntar a que se van a incrementar. Además, las políticas implementadas por DOGE están siendo objeto de demandas y se están enfrentando a obstáculos en los tribunales. A pesar de ello, tanto Trump como Musk han mantenido su postura, argumentando que sus acciones buscan el bienestar y la prosperidad de Estados Unidos —Make America Great Again—. Es el nuevo paradigma de la colonización desde la autarquía puesto que resulta obvio que este país se cree autosuficiente.

 

La dinámica entre Trump y Musk continúa evolucionando y revolucionando el mundo. Mientras algunos ven en su alianza una oportunidad para modernizar y revitalizar la administración pública, otros la perciben como una concentración peligrosa de poder, influencia e ideología. Lo cierto es que la colaboración entre estos dos colosos ha redefinido el panorama político y económico de Estados Unidos y también del mundo. Lo que resulta evidente es que está dejando una huella imborrable en la historia contemporánea del país.

 

La historia de "Elon Trump" es un testimonio de cómo las alianzas inesperadas pueden transformar el curso de una nación. A medida que Estados Unidos navega por los desafíos del siglo XXI, la colaboración entre la política y la tecnología, personificada en la relación entre Donald Trump y Elon Musk, esto es, Elon Trump o Donald Musk, marcará el futuro del mundo irremediablemente, espero que hayamos aprendido lo suficiente como para no cometer los mismos errores del pasado.

 

 

Imagen creada por el autor con IA.

En Mérida a 22 de febrero de 2025.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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