domingo, 20 de agosto de 2023

El llanto de Mortadelo.



Es 15 de julio de 2023. Mortadelo acaba de llegar a las oficinas de la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea). Un aviso de última hora le acaba de llegar a su zapatófono. Mortaledo comenzó a trabajar en la T.I.A. en 1969 con una misión trascendental cuyo nombre en clave fue “El sulfato atómico”. Es un agente “experimentado”, entre comillas porque Mortadelo es un miembro de la organización muy singular, indescriptible, absolutamente indescriptible. En su ficha la parte correspondiente al análisis psicológico está en blanco a pesar de que fue sometido a examen como cualquier agente de la T.I.A. Su compañero, Filemón, algo más “descriptible”, aunque también entre comillas, ya está en las oficinas de la T.I.A. También ha recibido una comunicación. Ofelia ha sido la encargada de avisarles por los conductos oficiales. El mensaje no tenía más indicaciones que requerir su presencia en las oficinas centrales de la Agencia. Mortadelo no lo sabe, pero todos, absolutamente todos, no solo los compañeros de la T.I.A., ya están dentro cuando llega disfrazado de repartidor de elefantes. Ha elegido ese disfraz como podía haber elegido otro, tampoco lo sabe, pero un chiste, una gracieta, una broma habría caído asociada al disfraz de forma inopinada cuando intentase hacer la entrega del paquidermo, tal vez a Ofelia, que sigue enamorada secretamente de él y que se sentiría ofendida por tamaño presente, al Superintendente Vicente que pensaría que no tiene sentido ese paquete, o quizá al profesor Bacterio que intentaría reducirlo al tamaño de un ratón con alguna extraña formulación química que estaría probando y que terminaría inyectada accidentalmente en el trasero de Filemón. Mortadelo no lo sabe, pero desde que comenzó a trabajar con Filemón, fundando la Agencia de Información, allá por 1958 como investigador privado y se mudó de la calle del Higo Seco nº 7 a la Pensión El Calvario para vivir con su compañero, será la primera vez que llore con pena, con auténtica pena por la noticia que va a recibir.


Cuando Mortadelo entra en las oficinas, el Botones Sacarino le abre la puerta. No lo conoce, pero su rostro le suena de algo. Se cruza con la Familia Trapisonda al completo y los trabajadores de la agencia de suministro de animales “El arca de Noé”. También están Godofredo y Pascualino quienes, después de muchos años, siguen viviendo del deporte fino. En la sala de espera se encuentra con mucha gente, todos desconocidos, pregunta extrañado y le dicen que son los inquilinos del bloque ubicado en 13, Rue del Percebe. Un señor con gafas bajito le abre la puerta de un armario de la oficina y le invita a pasar diciéndole que ahí está el resto de la gente. Luego descubrirá que se llama Rompetechos. Dos señores le acompañan por uno de los laberínticos pasillos de la Agencia, son Pepe Gotera y Otilio que le advierten que ande con cuidado porque acaban de terminar una serie de reparaciones —chapuzas es el término que usan— que no han quedado todo lo bien que les hubiera gustado. Chicha, Tato y Clodeveo se ofrecen por unos eurillos a acompañarle al despacho del Superintendente. Mortadelo rechaza el ofrecimiento. Sabe perfectamente cómo llegar. Un chiquillo pecoso le lanza un petardo que casi hace que Mortadelo se descuajaringue. Es Tete Cohete. Antes de entrar en el despacho se cruza con mucha, mucha, mucha más gente. Todos tienen cara triste, apesadumbrada y Mortadelo, sumido en su eterno dislate, apenas repara en ellos. Llega a la puerta del despacho del Súper. Pasa sin llamar como es costumbre en él y lo primero que ve es a Ofelia sonándose los mocos y con los ojos rojos llenos de lágrimas. El profesor Bacterio está sentado en el sofá con la cabeza apoyada en las manos sorbiéndose el agüilla que le cae de la nariz. El Súper en la silla de su mesa tiene la vista perdida y los ojos inflamados. Y Filemón, nada más ver entrar a Mortaledo se lanza a sus brazos rompiendo a llorar y se funden en un abrazo sentido. Entonces Filemón le dice al oído: «Mortadelo, amigo mío, Ibáñez… Ibáñez ha muerto», Mortadelo se separa ligeramente de él y le mira sorprendido, extrañado, patidifuso y cuando ve las lágrimas cayendo por el rostro de su compañero, rompe a llorar desconsolado. Vuelven a abrazarse. Ya nada será igual.


Postdata. Mi hijo de nueve años ha llorado muy triste cuando se lo he leído. Él seguirá creciendo con Ibáñez, yo ya lo hice.



Foto del mural de Mortaledo y Filemón con Ibáñez en el barrio de El Clot, Barcelona. Apareció tras la muerte del prolífico autor el 15 de julio de 2023.

En Mérida a 20 de agosto de 2023.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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