domingo, 30 de julio de 2023

Del dolor.




A estas alturas de vuestra vida ya habéis experimentado el dolor. Ya sabéis lo que le pasa a vuestro cuerpo cuando os caéis y os hacéis una herida u os cortáis haciendo manualidades. Sabéis a la perfección que sentís una sensación desagradable, angustiosa en ocasiones y muy aguda allá donde tenéis el golpe, la herida o el corte y, haya o no sangre de por medio, reconocéis de dónde proviene ese estremecimiento que cuando es muy intenso incluso hace que lloréis. Ese dolor, a pesar de que nadie quiere tenerlo, resulta que es un indicador con el que vuestro cuerpo os da una señal para comunicaros que algo no va bien en algún sitio concreto, podáis comprobarlo y poner los medios necesarios para resolverlo y evitar males mayores que puedan poner en peligro vuestra vida. Este dolor es molesto, todos lo padecemos, no solo vosotros, y nos hace sufrir, pero es necesario para asegurar nuestra supervivencia; sin él, cualquier pequeño corte que no fuera atendido podría terminar con nuestra vida, así que, aunque nadie quiere ese dolor, en cierto modo es positivo para nosotros como seres vivos.


Sin embargo, el dolor físico no es el único sufrimiento al que debemos enfrentarnos a lo largo de nuestra existencia y también a estas alturas de vuestra vida habéis experimentado otro tipo de dolor: el dolor emocional. Este dolor presenta unos síntomas a veces parecidos al dolor físico, aunque su origen no proviene de ningún golpe, caída o corte. Se trata de un dolor que nos desgarra por dentro, que nos produce un profundo desasosiego, una profunda tristeza y que nos provoca un terrible malestar que no sabemos cómo afrontar, que no se manifiesta en ningún sitio concreto de nuestro cuerpo, sino más bien en todo él, en nuestro corazón, en nuestra alma, y que no se alivia con pastillas, no se desinfecta con alcohol y no se cubre y protege con tiritas. Es un dolor que nos destroza, nos despedaza, nos arremete con impiedad zarandeándonos y provocándonos una gran desazón que no se ataja con lágrimas por más que necesitemos llorar.


Este dolor tiene distinta intensidad para cada persona, pues cada uno lo tolerará en función de su personalidad y de cómo sea capaz de encajar aquello que la vida va interponiendo en su camino. No es posible medirlo, así que puede ser que alguien sienta este dolor emocional y vosotros no lo entendáis, pero también puede ser que seáis vosotros lo que lo sufráis y no os entiendan. Pero podéis estar seguros de que siempre habrá alguien que os quiera incondicionalmente, os entienda perfectamente y os ayude, aunque solo sea con su consuelo, con su atención, o con su escucha para que podáis superarlo. Porque esta es la buena noticia, os aseguro que este dolor puede superarse por más que penséis que durará para siempre, por más que penséis que os destrozará y no podréis escapar de él nunca. No es cierto, el dolor emocional se puede vencer. Debéis saber que este dolor puede aparecer en muchas y variadas situaciones: cuando fracasamos, cuando nos riñen, cuando algo nos decepciona, cuando nos equivocamos, cuando perdemos algo que queríamos, cuando nos traicionan, cuando una relación se rompe o cuando alguien a quien queremos desaparece. El dolor emocional puede aparecer de forma repentina, sin que lo vaticinemos, sin que haya ningún indicio previo, golpeándonos con tal fuerza que no podamos defendernos y nos parezca que nos han tumbado y solo podamos llorar, pero también puede surgir poco a poco según vayamos sintiendo que algo cambia de un escenario querido a otro indeseado. Debemos estar atentos y debemos defendernos. Este dolor, al igual que el físico, nos sirve para darnos cuenta de que algo está mal y tenemos que hacer un esfuerzo para resolverlo. El problema es que, a diferencia de una herida visible, pero dolorosa, cuando sentimos este dolor interior, no es fácil ver con claridad el origen del dolor o su causa y, por tanto, poner remedio resulta en ocasiones más complicado. Pero siempre podemos encontrar ayuda para superarlo dentro de nosotros mismos y apoyándonos en la gente que nos quiere si lo necesitamos.


Es posible que os ayude a superarlo conocer cómo actúa este dolor. Tened en cuenta que es mi experiencia la que habla y tal vez en vuestro caso, los indicios que podáis detectar sean diferentes, pero si sois capaces de enfrentaros al dolor, estoy seguro de que terminaréis superándolo y seréis más fuertes y lograréis madurar para ser mejores personas, y, si en algo, por poquito que sea, he podido ayudaros, me sentiré muy satisfecho y feliz. 


Sabed en primer lugar que debemos reconocer el dolor cuando nos alcanza. El dolor nos golpea cuando un problema o una decepción nos emociona y nos sentimos mal, tenemos ganas de llorar, parece que algo triste y gris se nos ha metido dentro y no somos capaces de sacarlo, pero necesitamos hacerlo porque no queremos mantenerlo dentro de nosotros. Nos miramos y no tenemos nada diferente a lo que teníamos antes de sentir este dolor, pero resulta evidente que está presente. Es el momento del duelo, es necesario que asumamos que ese dolor va a estar ahí con nosotros durante algún tiempo, como algo duro, pesado, oscuro y triste que solo nos produce malestar, aflicción y frente a lo que solo nos apetece llorar. Es bueno que sepamos que algo nos duele y llorar es magnífico porque produce cierto alivio. Que nadie os diga que no podéis llorar si lo necesitáis y si alguien se atreve, no le hagáis caso. Debéis saber que cuando algo os duele, las lágrimas ayudan a liberar un poquito ese dolor. Con eso reblandecéis el dolor y poco a poco va dejando de ser esa horrible cosa que os entristece. No debéis dejar que el dolor os venza, no debéis dejar que se imponga. Aquello que os provoca ese dolor seguro que tiene explicación, seguro que tiene solución, seguro que hay gente a la que queréis y con la que podéis compartir esa emoción y os van a ayudar a superarlo si a vosotros os cuesta mucho, aunque sois fuertes y capaces de superarlo vosotros mismos. 


Cuando detectamos que algo malo nos ha ocurrido, nos produce dolor y queremos evitarlo, queremos negar que ha ocurrido y buscamos una forma de convencernos a nosotros mismos de que no es verdad, lo negamos, pero es necesario reconocer que ese disgusto, ese problema o esa decepción ha ocurrido y estará con nosotros. 


A veces, cuando conseguimos asumir que algo malo sucedió, sentimos una rabia incontenida porque no podemos hacer nada, nos sentimos frustrados, impotentes, y eso no nos gusta y nos enfadamos. No pasa nada, es algo natural y forma parte del proceso de sanación frente a ese dolor emocional. Incluso puede ser que sintamos rencor contra alguien o contra aquello que nos ha producido el dolor y le culpemos por nuestro sufrimiento. Tampoco es esto malo si nos damos cuenta y trabajamos para superarlo.


Cuando veamos con algo más de claridad lo que nos ha provocado el dolor, puede ser que intentemos arreglarlo, puede ser que busquemos una forma de resolverlo y retroceder a la situación previa. Sin embargo, esto no siempre es posible, tal vez en ocasiones puedas lograrlo, pero habrá veces que no dependa de ti y por mucho que te esfuerces no podrás encontrar un camino para regresar a la situación inicial. No desesperes porque esto es así, no siempre podemos resolver el problema que nos provoca el dolor y debemos seguir trabajando para superarlo y, sobre todo, nunca te culpes a ti mismo por no encontrar la solución, como te digo, no siempre podrás lograrlo por más que te esfuerces. Deberás hacer un ejercicio de reconocimiento de la realidad para detectar hasta donde puedes y debes llegar. No es fácil, debes saberlo, porque siempre querrás arreglarlo, pero si no es posible, nunca, nunca, nunca te sientas culpable por ello. Si en ese problema o decepción has tenido responsabilidad, deberás afrontarla con entereza y puede que haya consecuencias que tengas que asumir, pero si actuaste con sinceridad y esforzándote todo lo que pudiste tu culpa se diluirá durante el proceso de curación del dolor.


Después de la negación, de la ira y culpabilidad, y de la búsqueda, a veces sin éxito, de una solución, llegarás a asumir la realidad, y la pena y la tristeza se apoderarán de ti. Verás entonces que el dolor ha evolucionado y la sensación de desesperanza se podrá acentuar. Ahí es cuando tienes que ser muy fuerte y comprender que ese dolor ya aceptado supone la normalización de una nueva realidad que, quién sabe, puede estar llena de nuevos momentos felices y grandes oportunidades, y no es malo sentir esa sensación casi de euforia cuando ves que aquello gris, oscuro y tenebroso que apagaba tu alma, va desapareciendo y vuelve a encenderse tu luz interior. Eso es bueno porque significa que lo estás superando de forma sana.


Y es precisamente esta parte la que nos dirige a la superación del desasosiego, de la desesperanza, de la tristeza que nos ha producido el dolor por la pérdida, pues hemos terminado aceptándola, comprendiéndola y superándola. Ya lo has logrado, ha sido duro, pero ahí lo tienes, lo has superado.


Y después de todo esto, habremos conseguido madurar y mejorar como personas, y seremos capaces de ser felices nuevamente por dura que haya sido la pérdida. Sabed, por tanto, que ese dolor, por intenso que sea, se puede superar y se supera. Es un dolor que nos terminará haciendo mejores porque seremos capaces de sanarlo y terminaremos comprendiéndolo y aceptándolo para seguir viviendo plenamente. Ningún dolor emocional podrá terminar con nosotros, ningún dolor emocional es insuperable por duro que parezca. Cuando sintamos que hemos sanado, el dolor habrá desaparecido, pero no su recuerdo, estará con nosotros por siempre y formará parte de nuestras vidas como cualquier cicatriz de una de nuestras muchas heridas, pero lo habremos superado y seremos mejores. 


Si sientes dolor, lucha por superarlo, si necesitas ayuda para lograrlo, pídela, no hay nada malo en ello. Si alguien te dice que está sufriendo, ayúdale, no hay mejor recompensa que el agradecimiento con amor.




A mis hijos. 


Imagen creada por el autor con IA de Bing.

En Mérida, a 30 de julio de 2023.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

https://encabecera.blogspot.com.es/