domingo, 30 de octubre de 2022

Las luces.


Todo el mundo sabe de dónde vienen las luces. Todo el mundo lo sabe o puede saberlo. Solo hay que estudiar un poco y atender bien a las explicaciones que la ciencia nos ofrece. Sin embargo, hay algunas personas, niños en realidad, que saben mucho más que el resto. Permitidme que os lo aclare porque es necesario tenerlo en cuenta, que no son todos los niños los que lo saben, solo algunos. Puede que sean afortunados, pero debo advertir que tener esa información supone una responsabilidad que muchos no podrían o no querrían asumir. El secreto que voy a revelar os sorprenderá, otros no lo creerán y estoy seguro de que unos pocos asentirán de forma sutil, pero guardarán silencio y no comentarán nada acerca de esta historia. Lo entiendo, pero si vosotros hubieseis visto lo que yo, no tendríais dudas acerca de lo que os voy a contar por más que consideraseis que es algo increíble difícil de creer. No os pido que hagáis el esfuerzo de fiaros, pero escuchadlo y como la historia es hermosa en sí, aunque no la entendáis, al menos disfrutadla.


Antes de empezar, dejadme que os recuerde que todo, incluida la luz y sobre todo la luz, viene, según nos cuenta la ciencia, de una gran explosión, que se denomina en inglés “Big Bang” —ya sabréis a estas alturas que todo lo importante hay que decirlo siempre en inglés— y que aconteció hace unos catorce mil millones de años. Cuando leí esto por primera vez todavía era un niño y en mi mente surgieron dos pensamientos casi simultáneos, que más bien eran preguntas cuyo alcance y cuya respuesta no conocía: la primera fue qué pasó justo antes de esa gran explosión; y la segunda, cómo alguien podía averiguar eso porque me parecía que algo que había ocurrido hacía tantísimo tiempo era imposible de desentrañar, si casi ni recuerdo qué me pasó hace unos años y no hay nada, hasta donde alcanzo saber, que me pueda ayudar a recordarlo por más que pregunte a quienes, tal vez, estuvieron conmigo entonces. Reconozco ahora, algún tiempo después, cuando ya no soy un niño, que la segunda pregunta, a pesar de la complejidad de comprensión que supone, pues tiene que ver con algo denominado radiación cósmica de fondo, en inglés “Cosmic Microwave Background” —ya sabéis lo del inglés—, tiene respuesta y cualquiera con cierto interés por estar informado y tener conocimiento, algo que es precioso en nuestra vida, puede, y si me lo permitís, debe aprenderlo porque hay magníficos divulgadores que lo explican para que cualquiera pueda entenderlo. Dejadme que os diga que, gracias al conocimiento, gracias al aprendizaje, gracias a la cultura somos mejores como personas y como sociedad; huid de aquellos que os quieran convencer de que no es necesario aprender y, sobre todo, huid de aquellos que os digan que poseen todo el saber y el conocimiento; os engañan y querrán aprovecharse de vosotros. Sin embargo, para la primera pregunta, la ciencia no ha encontrado solución, y me gustaría pensar que podemos colocar la palabra “todavía” al final de la frase y transformarla en “la ciencia no ha encontrado solución todavía”, aunque no es fácil predecir si esto será o no posible. 


Pero vosotros, que todavía sois niños, podéis encontrar respuesta a la segunda pregunta, solo tenéis que preguntárselo a la persona —o mejor decir cosa— apropiada. Además, debo haceros una recomendación muy sencilla, pero no por ello poco importante. Si tenéis interés y curiosidad en conocer esa respuesta, la pregunta debéis hacerla ahora; si esperáis y os hacéis mayores, será tarde y no podréis resolver el misterio. Tampoco os aseguro y no sabéis cuánto lo siento que, si ahora lo descubrís, podáis recordarlo más adelante. Hay un momento que dura unos años en la vida de cualquier persona durante el que dejamos de ser niños y pasamos a ser adultos. Esta etapa, que los mayores llaman adolescencia, tiene algunas cosas muy hermosas y otras no tanto, puesto que olvidamos algunas de las historias que cuando éramos niños habíamos escuchado, aprendido o descubierto. Y es precisamente la historia de las luces una de esas que suele olvidarse cuando nos hacemos mayores.


Un día, hace no mucho, estaba en el pasillo de mi casa y, sin darme cuenta, apagué la luz antes de entrar en la habitación. Alguien, no recuerdo quién, estaba en el cuarto de baño donde la luz estaba encendida como también lo estaba la luz del dormitorio. Ninguna de las puertas de las dos habitaciones estaba completamente cerrada y una pequeña, minúscula franja permitía el paso de la luz a su través. Como las dos habitaciones se encuentran en rincón y ambas puertas estaban en la misma posición, es decir, prácticamente cerradas, un leve haz de luz escapaba a través del pequeño hueco que dejaban las puertas con sus respectivos marcos. Ese haz de luz se arrastraba por el suelo y si me fijaba con atención también se manifestaba en el aire cruzándose en un punto, más bien una perfecta línea transparente, pero brillante, donde ambas luces se mezclaban y cambiaban de color. Me pareció una visión preciosa y me quedé absorto mirando ese magnífico espectáculo durante un tiempo que no sabría cuantificar. Y entonces sucedió: la luz cobró vida. No me malinterpretéis, no es que comenzase a hablar o a moverse o a caminar, no, no fue eso. La luz dejó de ser un mero haz y se convirtió en algo maravilloso, en algo que me trasladó a mi infancia y me hizo recordar aquellas preguntas que me había hecho y que ahora, justo en el preciso instante en que observaba la luz, sabía que había conseguido responder, aunque al hacerme mayor las había olvidado. Para aquellas extrañas preguntas que aún pululaban veladas en mi mente había encontrado respuesta, aunque desgraciadamente las había olvidado, y no solo aquellas preguntas que cuestionaban el origen de la luz, sino cualquier otra pregunta que mi curiosidad había planteado en mi afán involuntario por entender lo que me rodeaba. Cuando eres niño, no existen preguntas sin respuesta: todas tienen explicación, para todas hay solución. La pena es que al hacernos mayores perdamos esa maravillosa capacidad que tenemos cuando somos niños de encontrar respuestas para todo. 



Imagen de Rubén Cabecera Soriano.


En Mérida a 28 de octubre de 2022.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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