Soy más patriota que tú, sí, mucho más. No te quepa ninguna duda. No llevo pulseras de España en mi muñeca, es cierto, pero pago todos mis impuestos. Tampoco llevo en el cuello de mi camisa bordada la bandera, pero cuido los parques, jardines y plazas. No verás en el balcón de mi casa una bandera colgada, pero tampoco verás que tire nada al suelo en nuestras calles. No encontrarás en mi coche una pegatina con la bandera de España, pero uso de forma responsable los servicios públicos. No me verás besar la bandera de España, ni ninguna otra, pero podrás comprobar cuánto me esfuerzo por devolverle a la sociedad lo que me ha dado por más que el abuso de unos pocos —tal vez alguno de estos explotadores lleve la bandera con orgullo— me provoque frustración y rabia. No me verás con la bandera pintada en la cara, pero te aseguro que no intento engañar al estado, porque eso sería engañarte también a ti. Y no me educaron para eso, me educaron con valores de respeto y solidaridad, y esos valores, créeme, no los da una bandera en el cuello.
No te engañes, las banderas son símbolos muy peligrosos. Hay que conocer la historia para contextualizarlas y saber cuándo alejarse de ellas. Algunos hacen de las banderas emblemas que provocan guerras, aunque los provocadores se guardan muy mucho de pelear en ellas. Otros transforman las banderas en discursos nacionalistas que propician el agravio y la insolidaridad frente a aquellos que no las portan, apropiándose de esos símbolos y excluyendo a quienes les niegan. Hay quienes las convierten en armas con las que asfixian, retuercen y ahogan a quienes no las llevan por el mero hecho de no hacerlo. Por todo esto las banderas, al igual que otros símbolos similares, son peligrosas, terriblemente peligrosas y huyo de ellas. Así que, te aconsejaría que huyeses de quien se ponga firme y llore por ver una bandera ondear al viento si es incapaz de pagar sus impuestos, de cuidar sus calles, o si abusa de los servicios públicos, y si engaña para beneficio propio. En el momento en que te descuides, tú serás el siguiente que sufrirá su atropello, eso sí, lo hará con una pulsera con la bandera de España o de donde sea…
Tampoco pienses que llevar una bandera te convierte en ladrón, malversador o criminal. No, ni mucho menos. Ha habido momentos en los que las banderas han servido para reivindicar derechos, para mejorar la vida de las gentes y para alcanzar logros que de otra forma no habrían podido alcanzarse. De hecho, hasta yo mismo me atrevería a enarbolar banderas si representasen valores que comparto, cosa que ocurre a veces en el deporte, por ejemplo, aunque sea mucho el recorrido que deban hacer esos símbolos para alcanzar los verdaderos valores que proclama el deporte. También la portaría con orgullo si fuese capaz de representar a toda la humanidad; hoy la única organización que se le acerca —con mucha distancia aún por recorrer— es la de las Naciones Unidas, y pocas banderas veo de la ONU. Pero debes saber que ha habido gente que ha hecho de ciertas banderas su razón de ser y han sido ladrones, malversadores o criminales. Lo que sí debes tener claro es que llevarla no te hace salvador de la patria —habría que ver qué es eso de la patria— ni de nada. Es un símbolo, solo un símbolo. No caigas en el error de convertir tu vida en una genuflexión constante a ese símbolo porque caerás en la trampa de quienes te quieren engañar haciéndote creer que lo que te convierte en héroe es llevarla. Te equivocas, te engañan. Actúa como lo haría un héroe y lo serás. Lleva una bandera que te disfrace de héroe y serás un hazmerreír. Tal vez, si te conviertes en adalid de una causa justa y esa causa la quieres simbolizar mediante una bandera —que sepas que en la mayoría de los casos es márquetin—, lograrás un objetivo loable. Pero, por favor, si hay gente que te sigue, que cree en ti, no les engañes haciéndoles creer que es la bandera la que los hace merecedores de alabanza. No es cierto, serán sus actos los que los avalen.
Si crees que tus banderas te hacen más patriota, mírate bien primero antes de gritarlo a los cuatro vientos porque, tal vez, solo seas un estúpido insolidario que va disfrazado por la calle y que luego cuenta a sus amigotes cómo ha conseguido engañar al estado robándole unos euros a quienes necesitan de verdad los servicios públicos. Deja de mírate el ombligo y razona que tu insolidaridad no te hace más rico, sino que me convierte a mí en más pobre, pero no te preocupes demasiado, seguiré siendo más patriota que tú.
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En Isla Cristina a 30 de julio de 2022.
Rubén Cabecera Soriano.
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