domingo, 24 de abril de 2022

Premios de Arquitectura y Urbanismo de la Junta de Extremadura, 2021.



El pasado jueves 21 de abril de 2022 se entregaron en el Museo Helga de Alvear de Cáceres los "Premios de Arquitectura y Urbanismo de Extremadura 2021". En el ámbito del urbanismo vamos ya por la cuarta edición, para la arquitectura este evento suponía un merecido y necesario estreno.


Al acto asistieron numerosas personalidades del ámbito político tanto regional como local y representantes de los colegios profesionales y un público reducido como consecuencia de la pandemia que aún nos asola. 


En aiuEstudio tenemos la gran fortuna de haber recibido el PREMIO DE ARQUITECTURA DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE EXTREMADURA 2021 en la categoría de REHABILITACIÓN con nuestra “Restauración y Rehabilitación del Templo de Diana y del Palacio de los Corbos de Mérida”. Nuestro más sincero agradecimiento a todos los que han considerado que nuestro trabajo es merecedor de tamaño reconocimiento. Este premio es un precioso regalo en nuestro veinte aniversario y es una maravillosa gratificación para todos los que formamos parte del equipo de aiuEstudio que nos ayudará a seguir caminando por la senda de la excelencia salvando las imponentes dificultades a las que nos enfrentamos en nuestro día a día. Quiero personalmente agradecer a mi familia el apoyo incansable que me ofrecen porque soy consciente de que este premio les ha robado muchas horas que espero pueda recompensarles de algún modo. Vaya también nuestro reconocimiento al resto de premiados. 


Este evento es una fiesta para la arquitectura y el urbanismo. Es la fiesta de la excelencia de estas dos disciplinas que habitualmente se engloban en la arquitectura y que son las que construyen la sociedad. Sin la arquitectura, sin el urbanismo la sociedad no existiría tal y como la conocemos. Ambas constituyen un bien para la sociedad indispensable que no podemos permitirnos el lujo de desechar y denostar. La arquitectura siempre estará al servicio de la humanidad, no se puede entender de otro modo; con la aparición de los primeros asentamientos humanos se convirtió en el catalizador necesario que ha venido transformando nuestro entorno para reflejar las necesidades de la sociedad buscando permanentemente mejorar las condiciones de vida de cualquier colectivo al que preste sus servicios. Sin arquitectura no hay sociedad. No es este un aforismo demagógico, es una realidad que la historia contrasta sistemáticamente. Caer en el error de ningunearla supondría la decadencia irremisible de nuestra sociedad y condicionaría considerablemente su desarrollo. Además, como quiera que la sociedad evoluciona, la arquitectura lo hace idénticamente adaptándose a las nuevas exigencias sociales y superando de forma sistemática las crisis identitarias a las que se debe enfrentar. Así pues, la arquitectura está en permanente evolución, en constante cambio. El problema para la sociedad surge cuando la crisis afecta, no a la arquitectura, sino a los profesionales que se dedican a la arquitectura. Arquitectos, ingenieros, aparejadores, todos los perfiles técnicos que de una u otra forma están vinculados a la profesión se ven sometidos cada vez más a un nivel de exigencia mayor que trasciende lo puramente técnico y se vincula de forma irremisible a la gestión. Esta circunstancia pone de manifiesto la gran capacidad que tenemos como profesionales para resolver los problemas a los que una sociedad poliédrica, diversa y compleja se tiene que enfrentar. Que los promotores públicos y privados recurran a nosotros para resolver estos problemas técnicos y de gestión es el mejor indicativo de nuestra valía y eso nos convierte en indispensables, repito, indispensables. El problema surge cuando estos hechos se producen sin que exista un reconocimiento de este esfuerzo, es decir, cuando la carga de trabajo se amplía considerablemente, pero no se remunera o incluso se reducen, por la vía de la subasta encubierta, los honorarios, porque esto se traduce irremediablemente en la imposibilidad de atender con excelencia las necesidades de la sociedad. La entrega de nuestra profesión al trabajo es encomiable, llegando incluso a sacrificar en ocasiones a nuestra propia familia. Nuestro esfuerzo es abnegado, nuestra dedicación permanente y nuestro sacrificio irreprochable. La mayor parte de los profesionales de la arquitectura somos incapaces de enfrentarnos a nuestros promotores a pesar de que cada vez se condiciona más nuestro trabajo a un precio menor. Es innegable que siempre puede uno rechazar un trabajo, cuestión esta que no preocupa en absoluto a la Administración o al promotor privado a sabiendas de que otro técnico accederá, pero no siempre es posible y el motivo que justifica sacrificar nuestra decencia aceptando propuestas escandalosas es que el límite de la dignidad lo pone el hambre y recurrir a esta sucia artimaña, es decir, recurrir a la necesidad del profesional —de forma más o menos intencionada— es ruin para con el arquitecto, ingeniero o aparejador de turno, pero sumamente peligrosa para la sociedad: estamos sacrificando la excelencia por la mediocridad. Además, se trata de una mediocridad sobrevenida frente a la que será muy difícil reaccionar en el corto plazo —recordemos la notable permanencia de la arquitectura en la sociedad— y que nos condicionará en numerosos aspectos. 


La situación actual es muy difícil para la sociedad, también lo ha sido en otras ocasiones en el pasado y volverá a serlo irremisiblemente en el futuro. La sociedad está siendo sensible con numerosos sectores castigados duramente por las dificultades que nos apremian. Sin embargo, parecemos haber olvidado a los profesionales de la arquitectura, parece que no nos importa dejarlos en la estacada: recordemos que sin arquitectos, sin ingenieros, sin aparejadores la sociedad se estancaría. Dudo mucho que este sea el deseo de la sociedad y es la Administración la que debe dar ejemplo fomentando la excelencia en la arquitectura y evitando la indignidad de nuestros profesionales.




Foto de Junta de Extremadura.


En Mérida a 24 de abril de 2022.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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