domingo, 13 de marzo de 2022

Estúpido (i).



Imbécil, estúpido, la Segunda Guerra Mundial no ha acabado, como tampoco lo hizo la Primera, así pues, que pase el siguiente y se retrate, el cartel de estúpido está traducido a muchos idiomas y caben todos, hombres, mujeres, mandatarios, empresarios e incluso ciudadanos de a pie. 


El fin oficial de la Segunda Guerra Mundial en 1945 con la rendición de Japón el 14 de agosto supuso la división de facto del mundo en dos grandes bloques: el capitalista y el comunista, liderados respectivamente por Estados Unidos y la URSS. Como quiera que Europa quedó desmembrada y arruinada tras la guerra, los países vencedores poco antes del fin de la guerra en las conferencias de Yalta y Postdam, con el ánimo de resarcirse económicamente —aunque se vistió de la institución que estaba llamada a ser la nueva Organización de Naciones Unidas que venía a reemplazar a la incapaz Sociedad de las Naciones—, se repartieron los despojos de Alemania en cuatro partes, tres de las cuales recayeron en países del bando occidental asociados al capitalismo y la última al comunismo. Resulta curioso observar y es determinante que en las fotos de las dos conferencias, las citadas Yalta y Postdam, entre las que transcurrieron poco más de medio año solo podemos atestiguar la permanencia de un mandatario: Stalin. En Postdam Churchill y Roosevelt no estuvieron presentes. El primero perdió las elecciones generales en Reino Unido a favor de Attlee, así que estuvo solo temporalmente en la conferencia, y el segundo, con su mandato recién renovado en 1944 por cuarta vez consecutiva, falleció agotado —o tal vez derrotado— por la guerra en 1945 y fue reemplazado por Truman y su afán persecutorio hacia el comunismo. Entre ambas conferencias el “fin de la guerra” se celebró en Europa antes de la rendición de Japón como “Día de la Victoria” y no como “Día de la Paz” en dos días consecutivos, el 8 de mayo para los capitalistas y el 9 de mayo para los comunistas.


Poco después, con Europa consternada por las atrocidades nazis que comenzaban a descubrirse y que no eran más que la punta de un iceberg que aún no se ha comprendido en sus dimensiones absolutas que trascienden las exclusivamente humanas, los estadounidenses crearon la OTAN en 1949 a la vista de la gran influencia que el comunismo comenzaba a tener en una Europa desmembrada que podía quedarse fuera de círculo de influencia norteamericano, lo que le hubiera supuesto una inadmisible pérdida de influencia y consecuentemente un relevo en su condición recién adquirida de líder mundial. Conviene recordar en este punto que por aquel entonces España no pertenecía a Europa porque Stalin consiguió en Postdam que Estados Unidos y Gran Bretaña —por descontado también la URSS— se opusieran a la entrada de España en la ONU al haber prestado auxilio a la Alemania nazi y a la Italia fascista. La respuesta de la URSS a la creación de la OTAN no se hizo esperar y llegó con el pacto de Varsovia en 1955. Si nos limitamos al titular del nombre de cada una de las organizaciones, la OTAN tiene como finalidad principal la defensa colectiva de los países miembros ante un ataque de una potencia externa. El pacto de Varsovia, cuyo nombre oficial es Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, tenía como finalidad la cooperación militar entre los países del bloque este. Ambas organizaciones son, por tanto, militares, pero lejos de enfrentarse directamente durante la Guerra Fría, lo que habría supuesto de facto el fin de la humanidad, subyugaron países externos a los que proveían de recursos militares sometiéndolos a guerras subvencionadas para enriquecimiento de Estados Unidos y la URSS. Esta situación dificultaba el statu quo mundial en el que poco a poco iba tomando presencia China que había sufrido la tremebunda beligerancia japonesa y una colosal revolución interna con una cruenta guerra civil, pero que poco a poco despertaba de su letargo combinando a interés los principios capitalistas y comunistas que iba aprendiendo de los dos contrincantes irreconciliables.


Las circunstancias que provocaron la Caída del Muro de Berlín en 1989 son complejas, poliédricas y extensas de explicar. Tal vez la influencia de una Europa liberada —aunque no totalmente emancipada por su dependencia de Estados Unidos— después de la guerra y en claro crecimiento tuvo gran incidencia en el pantagruélico cambio que se produjo en aquel entonces, pero tampoco es desdeñable pensar que el poderío económico norteamericano ejerció su influencia de forma subrepticia. Lo que sí parece evidente es que el castillo de naipes en el que se sostenía el pacto de Varsovia comenzó a derrumbarse con la apertura en 1989, antes de la Caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre del mismo año, de la frontera que separaba Hungría con Austria y poco después de Checoslovaquia con Hungría y nuevamente Austria que se convirtió literalmente en un coladero de emigración hacia la Europa Occidental desde la Alemania Oriental. Hungría —sojuzgada en 1956 por los miembros del Pacto de Varsovia ante los movimientos de liberación—, Polonia, Bulgaria, Checoslovaquia —invadida tras la primavera de Praga en 1968—, Bulgaria y Rumanía fueron separándose del núcleo soviético. Las repúblicas bálticas también se desvincularon del comunismo para abrazar el capitalismo occidental. El desmembramiento de la URSS se certificaría el 25 de diciembre de 1991, el Pacto de Varsovia ya se había disuelto el 1 de julio del mismo año. Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la nueva fértil Europa con los países del arco comunistas pudieron más que los vínculos soviéticos revolucionarios que no fueron capaces contener el afán consumidor de una población cada vez más influida por la publicidad occidental. En las repúblicas comunistas todos los ciudadanos querían vivir como en el occidente capitalista. La antigua Checoslovaquia, Chequia, Hungría y Polonia se unieron a la OTAN en 1999. Poco después lo hicieron Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia en 2004. Albania y Croacia en 2009. Además, la OTAN ha venido implementando diferentes tipologías de franquicia de la Organización que permite el establecimiento de ciertas relaciones bilaterales entre la propia Organización y los países asociados, como por ejemplo la Asociación para la Paz —curioso nombre para una organización bélica— que engloba algunos países de la antigua Unión Soviética que no se incorporaron a la OTAN, y países militarmente neutrales de pasado capitalista o socialista. Rusia estaba rodeada. Rusia se quedó sola. O casi. 





Foto de cottonbro en Pexels.


En Mérida a 13 de marzo de 2022.

Francisco Irreverente.

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