Todo camino conduce a un lugar. Por intrincado que sea, por dificultades que encontremos caminándolo, por oscuro y tenebroso que pueda parecer, siempre, siempre conduce a un lugar.
Saber si ese es el lugar al que queremos llegar no es sencillo. Corremos el riesgo de equivocarnos, de tomar decisiones desafortunadas, de dejarnos confundir por nuestras emociones, aunque sean estas las que rijan nuestras vidas.
Sin embargo, el tesón, la perseverancia, el respeto y la confianza nos acercarán a ese sitio ansiado. Requerirá sacrificios, en ocasiones monstruosos, pero también nos proporcionará satisfacciones inmensas que compensarán con creces aquello que dejamos atrás.
El camino de la vida es nuestro y somos nosotros quienes decidimos cómo hacerlo. Siempre hay limitaciones, condiciones, situaciones que no dependen de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones. Idealizamos el destino para convencernos de que el esfuerzo merece la pena, pero su trascendencia queda oculta bajo el peso y el deleite de ese esfuerzo. Equivocarse es subsanable. Desistir, abandonar o renunciar producen un desasosiego irremediable.
Sigue tu camino si el lugar al que te lleva te emociona. Alcanzarlo no siempre será posible, pero intentarlo te llenará de satisfacción.
Feliz 2022.
Foto de Dominic Rosenkranz en Pexels.
En Plasencia a 2 de enero de 2022.
Rubén Cabecera Soriano.
@EnCabecera
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