La belleza para Dios.

La belleza para Dios. Hacia una arquitectura natural, colaboración en Canal Extremadura Radio, El Sol sale por el Oeste.


En el Imperio Romano la presión de los pueblos del norte, mal llamados bárbaros porque fueron, en gran medida, civilizados por Roma antes de imponerse a ella, y las tribus de oriente, además de la crisis social y de valores contra la que el incipiente cristianismo va imponiendo su regla, propician la decadencia y desmembración del imperio. Su caída se simboliza con la escisión entre el imperio de oriente y occidente a finales del siglo IV y conlleva una serie de cambios radicales en el occidente europeo que ve, durante los primeros siglos de la Edad Media, como la génesis y transferencia del conocimiento tradicionalmente proveniente de oriente se detiene y se focaliza en las órdenes religiosas de carácter cristiano que van surgiendo por el continente. Estos nuevos centros de conocimiento recogen en una primera etapa el neoplatonismo de la mano de San Agustín de Hipona, a finales del siglo IV y principios del V, que se convierte en el principal artífice del pensamiento cristiano del primer milenio junto con Jerónimo de Estridón, quien tradujo la Biblia del griego y del hebreo al latín. San Agustín fundamenta su teología patrística en los principios platónicos defendiendo la escisión entre el mundo divino que es eterno, perfecto e inmutable, y el terrenal en el que predomina la materia y el tiempo, siendo, por tanto, mutable. Para él la fe adquiere relevancia espiritual por revelación. Posteriormente San Agustín, en el siglo XIII, influido por las traducciones de Aristóteles que se hicieron en el mundo árabe procedentes del persa Avicenas a principios del siglo XI y del español Averroes en el siglo XII reformula los principios del cristianismo en su escolástica procurando demostrar la existencia de Dios de forma más o menos deductiva. La razón, que se impuso en la Grecia clásica al pujante empirismo jonio, en cierto modo como consecuencia del aburguesamiento de sus pensadores, mutó sus principios doctrinales dentro de las grandes religiones de la Edad Media, a saber, el cristianismo y el islam que terminaron imponiéndose en sociedades poco culturizadas. Es importante precisar que este dominio europeo del cristianismo, que tiene su correspondencia islámica en España, indujo en gran medida el desarrollo arquitectónico de la Baja y Alta Edad Media mostrando su máximo esplendor y apogeo en los edificios destinados al culto divino. Aquí, como puede deducirse fácilmente, la vinculación con la naturaleza desapareció buscando la alabanza y glorificación de la divinidad. Por tanto, los templos religiosos se convierten en adalides del conocimiento tecnológico constructivo mostrando una gran evolución de la mano de los gremios, aunque conservando los principios arquitectónicos básicos que las civilizaciones precedentes habían incorporado a su bagaje. De este modo, la arquitectura establece un vínculo con lo divino, con lo religioso, y en su incesante búsqueda de un profundo misticismo que permita la conexión entre el hombre y dios evoluciona desde la precariedad tecnológica prerrománica hasta la exuberancia gótica en el occidente, en el oriente con la arquitectura bizantina que perdurará durante cerca de un mileno, y con la arquitectura islámica que tendrá especial trascendencia en España a partir del 711. Cada región presentará su propia idiosincrasia dentro de cada estilo arquitectónico incluyendo sus matices, pero siempre dentro de la ortodoxia estilística que imponía la tecnología que manejaban los maestros constructores.


El prerrománico acontece desde finales del siglo V hasta el siglo X y supone el comienzo de la arquitectura votiva cristiana en la Europa Occidental en su tránsito desde el paleocristiano hacia el románico. Las iglesias prerrománicas son construcciones muy sencillas y singularmente diferentes en su estilo entre las distintas regiones europeas a consecuencia de la catálisis que se produce con la concepción arquitectónica de los pueblos del norte de Europa, el cristianismo y los vestigios de la civilización grecorromana, todo ello unido a la pérdida de transmisión de conocimiento que impuso la decadencia del imperio romano. En cualquier caso, poseen ciertos elementos comunes, como la planta basilical o central, las cubriciones para las naves suelen ejecutarse mediante vigas de madera o bóvedas de cañón construidas en piedra y ocasionalmente, en las etapas más tardías, se cubrían los espacios cuadrados mediante bóvedas de arista o cúpulas. Son espacios pequeños, incluso angostos, escasamente iluminados que inducen al recogimiento y se oponen a la magnificencia de las construcciones imperiales de épocas anteriores o a las arquitecturas bizantinas.


La Iglesia de San Miguel de Lillo (Oviedo) construida por el Rey Ramiro I en el 842 y muy próxima a la conocida Santa María del Naranco es una clara representación de la arquitectura prerrománica hispánica. De su planta basilical original de tres naves solo conserva completamente el acceso y los arranques de las naves traseras. Fotografía de Alonso de Mendoza, 2018.



El románico, en sus manifestaciones eclesiales y monacales empleará el arco de medio punto, la sillería con piedra escuadrada, las bóvedas de cañón y horno, se recuperan los pilares de piedra que en el prerrománico habían desaparecido empleándose muros de carga en exclusividad, a pesar de lo cual los ventanales son estrechos y la luz tenue que penetra al interior de las naves propia un ambiente recogido. Las técnicas constructivas se fundamentaban en conocimientos básicos de geometría y peso y empuje de los distintos elementos. Resulta característica la escasa utilización de iconografía y figuración, a pesar de lo cual, resultan sorprendentemente hermosos los templos.

Iglesia románica de San Martin de Tours en Frómista (Palencia) construida en la segunda mitad del siglo XI por orden de Munia de Castilla, reina consorte del rey Sancho Garcés III de Pamplona. Fotografía de Jose Luis Filpo Cabana, 2014.



La arquitectura gótica aparece en Francia en torno al siglo XII como evolución lógica del conocimiento constructivo románico y de los nuevos conceptos que van calando desde la propia cristiandad en la sociedad. De este modo el gótico llena de luz los templos con la utilización de arcos apuntados pilastras esbeltas, contrafuertes que contrarrestan los empujes de las bóvedas y de los arcos que se insertan como nervios que transmiten las cargas gravitatorias hacia el suelo. Se trata de una arquitectura bellísima que, sin embargo, recibe su nombre como concepto despectivo de la mano de Giorgio Vasari en el siglo XVI quien la consideró confusa y poco racional en contraposición con la arquitectura renacentista incipiente. 

Fachada occidental de la basílica de Saint-Denis en París que pasa por ser la primera construcción gótica. Erigida a mediados del siglo XII introduce los principios tecnológicos de la arquitectura gótica. Fotografía de Ordifana75, 2010.



La arquitectura bizantina perdurará desde la derrota en el año 476 d.C. —aunque su andadura se inició al menos un siglo antes— del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo, a manos de Odoacro, hasta la caída de Constantinopla en el 1.453 con la invasión otomana. Por su extensa duración temporal presenta manifestaciones variadas que, en cualquier caso, tienen algunos puntos en común. Se caracteriza esta arquitectura por la utilización de cúpulas en forma de bulbo y la transición de esta a las plantas cuadradas mediante tambores y pechinas sobre los arcos del crucero, la utilización masiva del ladrillo y el empleo de mosaicos en lugar de esculturas.

La Basílica de Santa Sofía de Constantinopla mandada construir a mediados del siglo IV por Constantino simboliza como ninguna otra edificación la arquitectura bizantina. Fotografía de Arild Vågen, 2013. 



La arquitectura islámica tendrá su paradigma en España con la mezquita de Córdoba y alcanzará su máximo esplendor con una construcción no religiosa como es la Alhambra. La civilización islámica surge algo más tarde que la cristiana y, en consecuencia, su penetración en las distintas regiones con su expansión beberá de las tradiciones locales para su arquitectura.

La Mezquita-Catedral de Córdoba inició su construcción en tiempos de Abderramán I (756-788) y durante el Emirato y Califato de Córdoba va ampliándose y adaptándose hasta la conquista cristiana de la ciudad en 1.238, fecha a partir de la cual va sufriendo transformaciones que la acercan a los paradigmas arquitectónicos católicos hasta la construcción de la catedral renacentista plateresca de 1.523 bajo la dirección de Hernán Ruiz, padre e hijo. Fotografía de Timor Espallargas, 2004.  



Junto a este clericalismo arquitectónico aparecen muestras de arquitecturas que ponen de manifiesto que estas civilizaciones religiosas ofrecen una gran riqueza espacial en otras construcciones no vinculadas a lo divino, aunque sí al poder terrenal. Así aparecen al albor de cada uno de los estilos medievales construcciones defensivas, como las murallas de Ávila del siglo XI, o palaciegas, como la citada Alhambra de Granada, para honra de los más poderosos y que reflejan fielmente el poder dominante en la sociedad, aunque subyugado de forma genérica a la religión cuando esta no recaía en el propio mandatario. 

 

La Alhambra de Granada es un conjunto palaciego edificado a lo largo de un excelso período de tiempo cuyo origen principal puede situarse en el siglo XI. Fotografía de Jebulon, 2014.


En Mérida a 29 de agosto de 2021.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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