El próximo 9 de mayo a las doce menos cuarto en el Templo de Diana de Mérida se presenta el libro que finalicé en las postrimerías del 2020 sobre dicho templo y su rehabilitación, de título: “El Templo de Diana de Mérida. Rehabilitación de un Edificio Patrimonial”. No creo que exista mejor escenario para mostrar este libro que pretende ser, desde la humildad, a la vez una aportación a la historiografía del Templo con carácter divulgativo y un breve manual arquitectónico de restauración aplicada. Deseo con todas mis fuerzas que este documento sea del agrado de todos, porque el empeño que, tanto mi equipo como yo, pusimos en la obra fue excelso, y mi entrega a la redacción del libro incondicional.
El Foro de la Colonia Emérita Augusta fue el auténtico corazón de la ciudad romana desde su fundación, y el Templo de Diana, devoto al emperador Octavio Augusto, su innegable sostén. La historia ha querido que ese icono de la ciudad haya perdurado a lo largo de los años manteniendo su carismática impronta y albergando diferentes usos que, a la postre, han facilitado su conservación.
La intervención desarrollada en el Templo de Diana y en el Palacio de los Corbos tenía una doble finalidad: De una parte, rehabilitar para los visitantes un espacio urbano hasta ahora inaccesible, con lo que la percepción actual de la urbe y su escala se modifica de forma sustancial al ofrecer nuevos puntos de vista, hasta ahora solo al alcance de los estudiosos; y, de otra, recuperar espacios edificados que llevaban demasiado tiempo en desuso evitando su ruina, con la consiguiente catástrofe que esa circunstancia hubiera conllevado.
En este sentido es digna de mención la valentía de la administración a la hora de afrontar un proyecto de esta envergadura con la necesaria austeridad de medios que impone la coyuntura actual y que ensalza el compromiso de los distintos órganos gestores involucrados en el proyecto, a saber, la Junta de Extremadura, el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida y el Ayuntamiento de Mérida.
La idiosincrasia de los restos del Tempo Diana, junto con la sensibilidad mostrada por la ciudadanía para con este monumento convirtieron esta intervención en un proyecto sumamente delicado en el que se hizo un gran esfuerzo por resolver técnicamente las dificultades que conlleva acercar estos restos a todo el público respetando escrupulosamente la huella de la historia y limitando la intervención a lo estrictamente necesario de forma que no exista, en modo alguno, ningún elemento que perturbe la visión que se tiene desde Mérida de este conjunto patrimonial. Estas dificultades, asumidas como un reto por todos los agentes intervinientes, han sido resueltas desde la humildad y el estricto respeto por el monumento gracias al concurso del equipo técnico redactor del proyecto y director de la obra que ha seguido los criterios interpretativos de la dirección técnica del Consorcio aplicados a los restos arqueológicos en los que se ha intervenido.
La intervención en el Templo constituyó una operación sumamente delicada por el relevante papel iconográfico que tiene el monumento en la ciudad con sus más de dos milenios de existencia y con su historia reciente que muchos emeritenses aún tienen grabada en su retina (Fig. 1). De hecho, la última actuación significativa fue llevada a cabo por el arquitecto Dionisio Hernández Gil quien planteó en su proyecto de 1984 para el Ministerio de Cultura una restitución del Templo siguiendo los criterios de Menéndez Pidal (Fig. 2).
Estas actuaciones llevadas a cabo en el Templo (Fig. 3) y en el interior del Palacio Renacentista del Conde de los Corbos han puesto de manifiesto improntas del pasado que han sido respetadas y asumidas, y que obligaron a realizar constantes ajustes en el proyecto, consensuados con los técnicos del Consorcio, para conservar dichas referencias, al tiempo que se prosiguió con los necesarios trabajos de adecuación del espacio para hacerlo visitable y resolver las dos principales dificultades que se afrontaron, que fueron la propia estructura abovedada del Palacio y la accesibilidad del Templo.
La estructura.-
Una de las operaciones más delicadas fue, sin lugar a dudas, la restauración del espacio porticado abierto al sur que presenta una arcada de sillería de granito cuyas bóvedas de arista interiores se encontraban en muy mal estado de conservación peligrando su estabilidad e imposibilitando, en su situación inicial, el acceso al edificio. El intradós de estas bóvedas presentaba signos de evidente deterioro producido principalmente como consecuencia del desplome de la arcada de piedra, causado por su exposición a la intemperie y la ausencia de mantenimiento, que ha provocado la aparición de fisuras y la rotura de alguno de los ladrillos que conforman las bóvedas (Fig. 4 y Fig. 5). Esta situación hizo necesario el apuntalamiento de los arcos fajones en los que descansaban las bóvedas para asegurar su estabilidad durante el desarrollo de los trabajos de rehabilitación (Fig. 6). En el trasdós de las mismas, en la planta superior, aparecieron zunchos de hormigón colocados sobre los citados arcos y sobre las claves de las bóvedas que perjudicaban considerablemente su equilibrio (Fig. 7).
El primer paso para resolver el problema estructural fue realizar un levantamiento fotogramétrico (Fig. 8 y Fig. 9) de la geometría de las bóvedas analizando dónde se encontraban las fisuras, en algunos casos grietas, para detectar aquellos puntos donde el equilibrio de fuerzas que se establece con la geometría de las bóvedas podía estar desestabilizándose. Para resolver esta situación se procedió con la limpieza del intradós de las bóvedas (Fig. 10) y posteriormente con el atirantamiento de las bóvedas mediante redondos de acero a ambos lados de los arcos sobre los que descansan las bóvedas que quedaron embebidos en la plementería de las mismas y que se anclaron convenientemente en el frente de la arcada y en el muro de carga que divide la edificación en las dos crujías principales de dirección este-oeste (Fig. 11). Se procedió al refuerzo de las bóvedas con un mortero especial (Fig. 12), patentado por un grupo de investigación de la Universidad de Extremadura (GICA), y se reconstruyó la bóveda más situada al este del porche (Fig. 13) cuya directriz no descansa sobre la columna de mármol de la fachada sur, sino sobre un paño de muro de fábrica de ladrillo y mampuesto muy debilitado por el transcurso del tiempo.
Con estas operaciones de cirugía arquitectónica quedó solventado el problema de estabilidad de las bóvedas de la crujía sur del Palacio Renacentista (Fig. 14) con lo que se aseguró el acceso para los visitantes puedan contemplar en toda su magnificencia este extraordinario monumento de la ciudad.
El acceso al Templo.-
Solventar el acceso al Templo salvando los casi tres metros de altura del plinto constituyó la mayor singularidad de estos trabajos, al tiempo que puso de manifiesto la extrema dificultad que supone una intervención en el patrimonio que intente devolverlo a la ciudadanía para su disfrute (Fig. 15).
Se optó por un acceso desde el lateral este con una escalera-elevadora, asemejándose —siempre desde una respetuosa distancia— al acceso existente al Palacio del período en que este era utilizado como vivienda (Fig. 1). La solución propuesta, gracias a su dispositivo móvil, permite ocultar la escalera en un foso perimetral similar al de los restos preexistentes con carácter votivo, de forma que se produce el menor ruido visual en el entorno. El material utilizado para resolver esta escalera fue el acero al igual que en la escalera interior.
La intervención.-
La cualidad tectónica del Templo y del Palacio demandaba una intervención en la que los materiales utilizados no distorsionasen la propia idiosincrasia del monumento. Esto requirió un profundo ejercicio de reflexión durante el desarrollo del proyecto que resultó finalmente en la utilización cuidada de pocos materiales con presencia suficiente como para identificar la intervención, pero sin entrar en competencia con los materiales utilizados originariamente.
Se decidió utilizar un adoquinado de marmolina en planta baja, tanto en el interior como en el porche, como elemento referente de la plaza pública perimetral al templo delimitando dos zonas en las que los restos del suelo original de granito se han respetado permaneciendo visibles bajo un vidrio de seguridad. Este adoquín respeta sobre todas las cosas los elementos tradicionales de piedra y granito no llegando a contactar físicamente con ellos en ningún caso ubicando una pletina de acero como elemento de transición (Fig. 16).
La madera exterior en el suelo del plinto se utilizó como material noble para delimitar las zonas pisables y permitir asomarse a los visitantes a la ciudad (Fig. 17). Siguiendo el mismo criterio que con la marmolina, no se produce encuentro directo entre dicho material y la piedra original colocando, idénticamente, una pletina de acero a modo de transición.
La grava blanca se utiliza para resaltar los restos en el plinto del Templo. Se trata de un contorno delimitador de los mismos que ensalza la belleza de esos elementos antiguos que se han conservado ofreciendo una visión casi piranesiana a dichos restos.
La madera aparece nuevamente en planta alta, tanto en el porche (Fig. 18) como en la sala interior (Fig. 19), con la idea de ofrecer calidez al visitante. En el porche se producen encuentros con los materiales antiguos ejecutados con gran sensibilidad al no colocar elementos de tapado de junta, sino que se opta por el cambio de dirección de la tabla en la tarima para resolver el desencuentro entre los planos horizontales y verticales delimitadores del espacio. Esta solución se repite en el techo de dicho porche, cuyo color es idéntico al de la carpintería, para provocar un contraste intencionado cuando se observa la porticada desde el plinto en contraposición al mortero de cal utilizado con el color original del Palacio en todos los muros y bóvedas.
El acero es el material que se utiliza en el resto de intervenciones. Tiene carácter de línea transición cuando delimita materiales y es el elemento utilizado para las escaleras del templo. Tanto la interior que se resuelve colgada desde el techo como signo de respeto al plano arqueológico que no llega a tocar (Fig. 21) como la exterior que resuelve el problema de accesibilidad.
Fig. 1. Imagen de la fachada este del Templo Diana con el acceso al Palacio Renacentista. |
Fig. 2. Plano del alzado sur del Templo. Arquitecto, Dionisio Hernández Gil. Octubre de 1984. |
Fig. 3. Templo de Diana. |
Fig. 4. Espacio porticado de la fachada sur del Palacio de los Corbos. Intradós de las bóvedas con numerosas fisuras y signo de desplome en la columnata del porticado. |
Fig. 5. Estado de bóvedas de la crujía sur. |
Fig. 6. Apuntalamiento de la fachada porticada del Palacio Renacentista. |
Fig. 7. Espacio porticado de la fachada sur del Palacio de los Corbos. Trasdós de las bóvedas con los zunchos de hormigón sobre las mismas. |
Fig. 8. Ortofoto de las bóvedas el porche sur del Palacio Renacentista del Templo Diana. |
Fig. 9. Levantamiento fotogramétrico de las bóvedas el porche sur del Palacio Renacentista del Templo Diana. |
Fig. 10. Estado del trasdós de las bóvedas tras los trabajos de limpieza. Fuente: aiuEstudio. |
Fig. 11. Los anclajes. |
Fig. 12. Aplicación del mortero desarrollado por GICA, UEX. |
Fig. 13. Sector de bóveda reconstruida. |
Fig. 14. Bóveda reparada. |
Fig. 15. La escalera exterior. |
Fig. 16. Encuentro de diferentes materiales en el porche. |
Fig. 17. Madera en el plinto. |
Fig. 18. La madera para el suelo y el techo del porche. |
Fig. 19. La madera como elemento pisable en la planta superior. |
Fig. 20. Escalera interior. |
Fig. 21. Fotos de la escalera interior. |
Fig. 22. Vista exterior del Templo Diana desde la plaza circundante. |
Mérida a 11 de Septiembre de 2016 y 2 de mayo de 2021.
Rubén Cabecera Soriano.
Doctor Arquitecto.
Profesor de la Universidad de Extremadura, Centro Universitario Santa Ana.
aiuEstudio, slp
@EnCabecera
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