De la imaginación.





Alguna vez leí —o tal vez me lo he inventado— que la imaginación no es más que un conjunto de recuerdos confusos, incompletos, oníricos, a veces irrelevantes, pasados por el desalmado filtro de la realidad. Quiere esto decir que la imaginación en verdad no existe, que nunca se ha inventado nada y que todo siempre ha estado ahí. De modo que lo que en apariencia es nuevo, responde a una proposición frente estímulos que nuestra mente ha interpretado de forma diferente a como hasta ese momento se habían entendido, porque probablemente no tenía toda la información necesaria, era sesgada o ella misma aportó nuevos conocimientos, intuiciones o sensaciones procedentes de otros contextos que las conexiones especulativas de nuestro cerebro han tenido a bien establecer. 


Sin embargo, a mí me gusta pensar que la imaginación lo es todo, es lo que da sentido a nuestro mundo acompañándolo de las emociones, de ideales, de sensaciones, de pasiones, de todo aquello que nos hace reaccionar ante lo que nos rodea y que nos convierte en únicos en la naturaleza, de todo aquello que nos hace humanos y nos diferencia de las otras formas de vida que nos acompañan en la tierra. La imaginación es lo que diferencia nuestra inteligencia de la del resto de seres vivos. No toca ahora hacer una disertación acerca de la importancia que tiene el lenguaje en el desarrollo de la imaginación, pero es indudable que es el instrumento, en su doble vertiente, la racional y la surreal, que nos permite dar rienda suelta a nuestras ideas, es el instrumento que nos consiente convertir exiguos, inconexos y descabellados pensamientos que circulan por nuestra mente en nuevas y auténticas realidades o, al menos, proyectarlas para instantes venideros permitiéndonos considerar el futuro como algo real, como algo posible. El lenguaje es el instrumento que da forma a la imaginación de nuestra inteligencia. Aunque hay que reconocer que esta relación es recíproca porque es precisamente ese conjunto de pensamientos irredentos que conforman el sostén de la imaginación el que ayuda a desarrollar el lenguaje. Y justo por eso la imaginación lo es todo: constituye la facultad innata de la inteligencia del ser humano para interpretar como ser humano —permíteme la redundancia— el mundo que nos rodea y permitirnos enfrentarnos a él, doblegarlo, adaptarlo, manipularlo, entenderlo y admirarlo para hacerlo nuestro, ya que no tenemos las facultades que otras formas de vida tienen y que les permiten convivir con las condiciones que la naturaleza impone para aquellos que quieren sobrevivir en ella.


La imaginación te ofrecerá la llave que te permitirá abrir cualquier puerta, te regalará los pertrechos necesarios para afrontar cualquier emoción, cualquier sentimiento, te ofrecerá vivir en mundos imposibles, contemplar realidades inexistentes, te permitirá crear. Sí, la imaginación es lo más parecido a ser dios. No conozco nada igual y si existiese, la imaginación ya me lo habría mostrado. Debes dejar que la imaginación imbuya todo tu ser, toda tu existencia. Debes dejar que cree para ti tu propia realidad, tu propio ser. Debes dejar que siembre en ti la semilla que te haga ser quien quieras ser. Solo te pido que la utilices para hacer el bien, así, tan pueril, úsala para ser mejor persona, para ayudar a todo el que puedas ayudar, porque convendrás conmigo que poseer un instrumento tan poderoso conlleva gran responsabilidad y, aunque no debes permitir que esa responsabilidad te abrume, deberás comprometerte contigo mismo en primer lugar a utilizarla para obrar correctamente, como dicte tu consciencia que, cómo no, estará determinada en gran medida por la propia imaginación. Disfrútala, que sea ella la que gobierne tu vida, la que te ayude a superar lo momentos difíciles que deberás afrontar porque ella, solo ella, será capaz de mostrarte un futuro mejor y solo ella te ofrecerá los instrumentos con los que serás capaz de alcanzar ese futuro. La imaginación te hará disfrutar, te hará feliz, te otorgará el poder inconmensurable de cambiar lo que no te guste. Ándate con ojo, eso sí, porque la imaginación también puede hacerte sufrir, déjame que te diga que debes ser lo suficientemente fuerte como para controlarla y dirigirla hacia donde consideres, no te dejes doblegar por ella, no permitas que se rebele contra ti sometiéndote a su dictado ignominioso porque eso supondrá que tú mismo has caído en el pozo de lo innoble, aunque haya sido creado por ti, aunque sean muchas las circunstancias justificativas que puedas encontrar como atenuantes e incitadoras a tu alrededor. Recuerda que siempre serás tú quien tenga la última palabra, siempre será tú, por encima de todo, quien controle los designios brindados para ti por tu imaginación. 


Considérate afortunado porque tienes en tus manos todo el poder que te otorga la imaginación, úsala para ser feliz y que otros también lo sean.




A mis hijos.


Foto de Karolina Grabowska en Pexels.


En Mérida a 18 de abril de 2021.

Rubén Cabecera Soriano.