»Esta revolución provocará cambios demográficos como consecuencia del confinamiento. Aquellos que consigan salir antes del encierro les llevarán una ventaja considerable al resto. Digamos que podrán preservar con mayores garantías su raza, por más que algunos deseasen hablar de especie. —El profesor sonrió—. Con esto no voy a presuponer en este instante cuestiones raciales, pero por todos es conocidos que existe una cultural y profunda aversión entre razas en términos globales y que la supremacía que, durante el período de las colonizaciones desde el siglo XIX hasta la actualidad, matizada si se quiere, pero en definitiva real, ha ejercido la raza blanca occidental ha supuesto también en términos globales un freno para el libre desarrollo del resto de razas, especialmente y en los últimos tiempos, la oriental, de la que comenzó a levantarse a raíz de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el desenlace de la Guerra Civil en 1949 con la proclamación de la República Popular China de Mao Zedong. Probablemente lo razonable sería que la propagación que pretenden iniciar en su país se extendiese con posterioridad a la Europa Occidental y a los Estados Unidos. En primer lugar, porque es lo razonable ya que se trata de la raza, la blanca, con mayor nivel de movimiento a lo largo del mundo, seguido, como saben perfectamente, por ustedes. En segundo lugar, porque, tras esa especie de odio racial, hay una suerte de mezcla entre admiración y envidia que provocará una digna salida sin que se produzca un holocausto demográfico en esta zona, ni la tardía recuperación a causa del confinamiento, al margen de que esa inmolación demográfica ya se está produciendo en estos países occidentales per se. Dicho de otro modo, los occidentales no necesitan la merma demográfica que ustedes desean para todos los países y cuyos parámetros controlan perfectamente aquí, porque ellos mismos ya se la han impuesto con su forma de vida moderna. De otra parte, el resto de razas que reciban la pandemia algo después, me refiero a las indígenas y mestizas sudamericanas, la negra africana, la árabe y la india, tardarán más en salir de ella, provocando sobre esos países pérdidas humanas mayores y un retraso superior en su recuperación por una evidente carencia de medios e incitará un cierre de fronteras que se prolongará y extenderá a los países occidentales que ya no podrán ejercer sobre ellos su neocolonialismo, mientras que aquí, ese problema no se dará. No tengo que recordarles que han desarrollado una suerte de autarquía, en cierto modo admirable. Han conseguido emanciparse del comercio occidental, copiando lo que les interesa de él, pero, curiosamente, han desarrollado una capacidad productiva exógena, gracias a una competencia, digamos singular, fabulosa de la que dependen las industrias occidentales. Apenas importan, pero exportan a tal nivel que la paralización que provocarán con el inicio de esta pandemia hundirá gran parte de las empresas que dominan el mundo, la mayor parte de ellas occidentales, constituyendo una ocasión inigualable para hacerse con ellas a precio de saldo y, consecuentemente, alterar ese equilibrio comercial y geopolítico al que hacía referencia antes y que, al mismo tiempo, provocará un enriquecimiento exponencial de este país, a costa del empobrecimiento del resto. Es, sencillamente, genial.
»Por cierto que, como habrán supuesto, este encierro no supondrá la paralización total de los países desarrollados, probablemente para aquellos en vías de desarrollo sea incluso menor su incidencia por desconocimiento y falta de recursos, puesto que gran parte de los servicios serán desarrollados telemáticamente, pero solo los servicios. Deseo, eso sí me lo permitirán, que el sector primario consiga mantener un nivel productivo suficiente para suministrar alimentos a la población y evitar que la pandemia se convierta en una crisis de hambruna como la que sufren muchos países subdesarrollados y que termine con gran parte de la población por inanición y no por la enfermedad. En cualquier caso, entramos aquí en otra batalla que ustedes ganarán indefectiblemente: la batalla por la tecnología de la comunicación, hoy mismo en liza. Tomarán el control absoluto en un muy breve plazo de tiempo de la realidad tecnológica de las comunicaciones con sus empresas más significadas en este sector, en primer lugar porque el resto de empresas tecnológicas estarán buscando la forma de salir de la crisis, en segundo lugar porque gran parte de estas empresas caerán en sus manos cuando las adquieran de saldo y en tercer lugar porque dichas empresas, presionadas por las gentes que demandarán mejoras en los servicios de telecomunicación para poder desarrollar sus trabajos, no tendrán más remedio que recurrir a terceros, y solo ustedes podrán proporcionarles dichos servicios, con lo que se lucrarán inmensamente gracias a este cambio en el modelo productivo en el sector servicios. Además, este concepto a desarrollar de teletrabajo propiciará, curiosamente, una reducción de precios en el sector inmobiliario a corto plazo. Ya no será necesario disponer de grandes oficinas para los trabajadores en los centros de negocios de las capitales para desempeñar un servicio y, en consecuencia, no será necesario que los trabajadores vivan cerca de estos centros de negocio, con lo que la pirámide especulativa inmobiliaria perderá fuerza y aparecerán saldos que solo quienes estén saneados… podrán adquirir —El profesor hizo una pausa para señalarles con admiración, aunque también con cierta conmiseración.
»Todo esto provocará que los estados ayuden a las grandes empresas nacionales, aunque lo vendan como ayudas a los pequeños empresarios y autónomos, y por más que estas corporaciones multinacionales estén desvinculadas de sus naciones de origen, insuflando colosales cantidades de dinero, que en realidad no tienen, que provocarán una profunda devaluación de las monedas, con lo que nuevamente ustedes podrán hacerse con el control, ahora de los gobiernos, comprando dichas monedas sustentadas en una seria y resistente moneda, su “moneda del pueblo”. Esto no deja de ser una curiosa paradoja, déjenme que les diga. Me explico: que sea la moneda del pueblo la que adquiera el control del mundo sin que sea el pueblo el que lo controle, sino un selecto grupo de mandatarios, resulta un tanto contradictorio. Me recuerda, en cierto modo, a las monarquías ilustradas absolutistas europeas de la segunda mitad del XVIII. No deja de ser una forma de despotismo ilustrado o, mejor aún, financiero: usar el dinero del pueblo para el pueblo, habría que analizar en qué cuantía, pero sin el pueblo. Esto solo cabe en una sociedad con un sistema de gobierno como el suyo. Insisto: brillante, realmente brillante.
»Los gobiernos, en su encomiable afán por resolver la crisis, también eliminarán impuestos con lo que su capacidad recaudatoria se verá mermada y en consecuencia su capacidad de gasto, así pues se verán forzados a emitir bonos de su deuda que ustedes adquirirán a precios irrisorios incrementando su control sobre las naciones. Resulta tan obvio que es casi inaudito que no se haya puesto en marcha anteriormente. Además, se reducirán considerablemente los servicios de los sectores públicos con lo que el flujo de dinero casi se paralizará y todos los ciudadanos sentirán la llamada de la pobreza a sus puertas y esto supondrá un verdadero trauma que atormentará a un gran número de personas y que afectará verdaderamente a otro gran número de personas quienes, no podrán salir a protestar ya que se les mantendrá confinados a causa de la cuarentena decretada utilizando los medios militares a disposición de los gobiernos… Esto cambiará la sociedad a poco que sea el tiempo que dure el confinamiento.
Imagen: NASA, Earth Viewed by Apollo 8, 22 December 1968
En Mérida a 28 de marzo de 2020.
Rubén Cabecera Soriano.
@EnCabecera