Del amor.



Te enamorarás y sufrirás. Enamorarás y sufrirán. Debes saber que eso es lo habitual, lo frecuente. Lo que viene a continuación es menos común, no quiere decir que no ocurra, pero entenderás que es mucho más complicado que se dé esta circunstancia, esta casualidad. Aun así acontecerá, te lo aseguro, también te enamorarás de una persona y enamorarás a esa misma persona y, a veces, la fortuna querrá que suceda a la vez. Sentirás entonces un cúmulo de sensaciones inexplicables, sorprendentes, incomprensibles para ti. Querrás estar al lado de esa otra persona, siempre, pero curiosamente no serás capaz de dirigirle la palabra, te sentirás cohibido, avergonzado, te comportarás justo al contrario de lo que desearías. No serás capaz de decirle aquellas maravillas que habías pensado, esas cosas asombrosas que ves en ella. Es ley de vida. Los seres humanos somos así. Encontramos en lo que nos es ajeno aquello que añoramos pensando que nos hará feliz y nos hará feliz, pero te aseguro y te advierto que eso que sentirás, también lo sentirá la otra persona. Exactamente igual, bueno, con algunos matices, pero básicamente será lo mismo. Está en nuestra naturaleza. Tendrás que sobreponerte a esas sensaciones irracionales y tomar la decisión de acercarte y salvar la vergüenza que te supone dirigirte a ella y contarle lo que sientes, de la mejor forma que puedas. Será difícil, mucho, te costará, pero no dejes de hacerlo. Hazle saber que lo que sientes es sincero, verdadero, auténtico, aun cuando no puedas –y no podrás—, aunque lo desees con todo tu corazón, querrás asegurarle que será para siempre y, seguramente, pienses que es imposible que no sea así.

Amar es un trabajo duro, requiere de un esfuerzo diario. Ciertamente, al principio, casi no necesita más que disfrutarlo, todo va sobre ruedas, todo es fácil y llevadero. Todo parece —y lo es— hermoso en la otra persona porque el amor, que no es ciego, ciega. Esto es, en realidad, el corolario del amor, son las consecuencias del enamoramiento. Disfrútalo. No podrás ver sus defectos porque no los tendrá para ti, pero aparecerán cuando menos te lo esperes y entonces te sentirás confundido, defraudado, pero no te desengañes. No es un error. Es una realidad. Sus virtudes seguirán estando, son las mismas que le viste. Su belleza no habrá desaparecido, su encanto seguirá siendo el mismo. Serás tú quien haya sufrido algún cambio. Recuerda qué te dije al principio, Te enamorarás. Eso implica que enamorarse es un estado y como tal tiende a ser pasajero, es su idiosincrasia. Serás tú quien deba decidir si merece la pena el esfuerzo, si realmente quieres implicarte en ese amor, con esa persona y compartir tu vida, durante el tiempo que sea, con ella. Fíjate qué te digo, es un esfuerzo, requiere constancia, compromiso, sacrificio y, a pesar de todo, puedo asegurarte que merece la pena. Siempre compensa, siempre reconforta saber que tienes alguien a tu lado y que ese amor que le tienes es recíproco. Poco más puede decirse si tienes la fortuna de amar y ser amado, solo debes disfrutarlo, pero no lo abandones, porque si lo haces, te abandonará.

Esta es la parte bonita, la que realmente provoca que uno quiera enamorarse. Hay otra historia en el amor, otras, en realidad, que ya te anticipé, aunque no puedas imaginarlas, aunque no quieras creerlas, y que son más duras, que provocan sufrimiento, amargura, desesperanza, que vivirás tú si te enamoras o la otra persona si enamoras, y no es recíproco en ninguno de los dos casos. Esa es la peor parte. Eso es lo que provoca la pena: el saber —o, a veces solo imaginar— que la otra persona no siente por ti lo que tú por ella. Es tan grande el dolor, tan profunda la aflicción que pareciera que uno fuera a morirse, pero óyeme bien: Nadie muere de amor, nadie.

Si eres tú el enamorado, solo puedo aconsejarte que dejes hacer al tiempo, es implacable, más constante que tú y conseguirá para ti lo que considerarás un imposible: que pase el dolor. El tiempo actúa como un analgésico para el corazón que también le ayuda a sanar. Deberás poner de tu parte, claro está. El tiempo no es milagroso, solo duradero, pero si le ayudas, podrás curarte.

Si es la otra persona la enamorada —y eres consciente de ello— debes ser respetuoso, amable y nunca, jamás, aprovecharte de esa situación. Eso sería denigrante, deshonroso para ti, provocaría en la otra persona un odio y rencor hacia ti más que merecido. Sé sincero con ella y dile que no la amas que lo que ella siente por ti no lo sientes por ella. Es la única forma de atenuar su dolor. Sé que no es fácil, pero debes hacer el esfuerzo. Seguramente insistirá, a veces el amor hace que perdamos parte de nuestra dignidad, pero el dolor que se siente por el desamor nos hace recuperarla, una vez transcurrido el necesario período de penitencia que conlleva, obligatoriamente, un propósito enmienda que irremediablemente se incumplirá. Lo incumplirá la otra persona y lo incumplirás tú cuando sea esta tu vivencia.

Podrás limitar las implicaciones del enamoramiento, aunque entonces no será pleno y merece la pena buscarlo, y si alcanzas el amor, trabájalo, requiere compromiso y constancia. Ama y sé amado. No puedo desearte nada mejor.




A mis hijos.

Fotografía: www. lapsusdememoria.com


Madrid a 3 de abril de 2016.
Rubén Cabecera Soriano.


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