Seré breve. Este pequeño escrito va dirigido a
aquellos que comenzarán a desarrollar su actividad política
desempeñando cargos para los que han sido elegidos por la ciudadanía soberana y
que deberán ejercer esta labor en representación y por delegación de todos,
hayan o no recibido su confianza.
Solo hay una cosa que pedirles, con sus
correspondientes corolarios, es muy sencillo y me atrevería a decir que
igualmente fácil de cumplir, que desarrollen esa responsabilidad para la que
han sido elegidos por el pueblo sin engaños; sin prevaricar; sin subterfugios
con los que apañar contrataciones u obtener prebendas para ellos o sus partidos;
sin malversar; que dejen de lado la tentadora corrupción que el poder siembra
en aquellos que lo reciben y que huyan de las tentaciones que en sus manos
pondrá ese poder y el dinero que le acompaña; que tengan a bien comportarse
dignamente con el conocimiento, profundamente interiorizado, de que hay gente
que lo pasa mal, porque verse rodeado de pompa y lujo no debe cegarles ante una
realidad que es mucho más cruel de lo que puedan llegar a imaginar; que sean
consecuentes, prudentes y juiciosos con el ejercicio de representatividad que
van a desempeñar gobernando para todos, para el bien de todos, por muy difícil
que pueda parecer y si no lo pueden lograr porque no todos tienen, tenemos, los
mismos intereses, al menos que lo hagan procurando el bien de la mayoría que,
desgraciadamente, suele ser la más perjudicada de ordinario y, razonablemente,
estos deben ser siempre su prioridad; que olviden los partidos a los que
pertenezcan, que olviden su rojo, azul, amarillo o magenta, porque deben ser de
todos y para todos, esa será su premisa fundamental y a la que deberán
aferrarse, olvidando sus cómodos y acolchados asientos en los que no deben
apoltronarse. Y si esto no lo cumplen, y fallan en su servicio al pueblo, que
tengan la decencia de abandonar, de no volver, incluso de decir Lo siento, pedir disculpas por haber errado.
Y solo un anhelo que deseo intensamente y que
debería ser para ellos, los nuevos y los nuevos viejos políticos –que de estos
últimos también hay unos pocos-, un mantra que resuene permanentemente en sus
oídos y por el que deben luchar con tesón: hacer que todos nos sintamos
orgullosos de ellos. Solo así tendrán la certeza de haber hecho bien su
trabajo.
Fotografía: www.20minutos.es
En Mérida a 14 de junio
de 2015.
Rubén Cabecera
Soriano.