Dijo Dios: «Haya luz», y hubo
luz. Fue el primer día. Podría no haberlo dicho, podría haber dicho que otra
cosa fuera hecha, cualquier otra que se le hubiese ocurrido, pero fue la luz lo
que decidió que se hiciese y así fue. Nadie sabe ni sabrá nunca por qué fue la
luz lo que quiso y por qué no dejó la tierra en caos y confusión y oscuridad
por encima del abismo, aunque bien pensado, tal vez la luz no sacó a la tierra
del caos y de la confusión y de la oscuridad. Puede que sencillamente sigamos
sumidos en el caos, en la confusión y en la oscuridad. Puede que la luz no nos
ilumine, puede que no nos deje ver, puede que Dios no quisiese que esa luz nos
iluminase o nos permitiese ver más allá de nuestras manos, más allá de lo que
nuestros ojos ven. Tal vez estemos ciegos, tal vez no seamos capaces de ver más
que con nuestros ojos y eso no es suficiente. No sirve si no somos animales. A
estos los mandó crear el cuarto día, aunque los animales terrestres fueron hechos
el quinto día, el mismo día en que los hombres fueron creados: varón y hembra.
Quién sabe, tal vez los peces o las aves vean más allá de lo que los hombres
—creados varón y hembra, insisto— sean capaces de ver, pero cuando Dios es el
que te ha creado, cómo le dices que no a algo, a lo que te pida, cualquier cosa
que sea. Es Dios. Si Dios te pide que ames, cómo vas a negarte, ahora bien, ¿es
eso lo que te pide Dios? Porque si es eso, debemos estar sumamente ciegos ya que
no nos damos cuenta de que no estamos obedeciendo su mandato o tal vez Dios
sepa que lo que te pide es un imposible y ese amor que preconiza y que ordena
es consciente de que no se puede dar. ¿Por qué haría eso? Pues para poder
seguir siendo Dios. Si Dios mandase algo al alcance de los hombres no tendría
sentido su divinidad, no tendría sentido temerle. No tendría sentido siquiera
amarle. Tal vez, por tanto, sea mejor que solo amemos a las personas a las que
realmente amamos, a las que queremos amar y solo respetemos a las demás. Aunque,
como es obvio e implícito, en el amor es necesario que haya respeto, ahora bien,
el respeto no implica amor. Y respetar supone un esfuerzo, un gran esfuerzo
porque Dios no lo manda, solo manda que nos amemos, pero no creo que se pueda
amar a discreción, no al menos que sea bajo el yugo de la fe que te concederá
una vida eterna más allá de esa luz que creó el Creador. Una fe que es amor
ciego, pero respetar es signo de humanidad, no de sometimiento a la divinidad.
No responde a un mandato, respetar entraña compromiso y voluntad, es personal e
implica sacrificio, además de imprimir la condición humana en la idiosincrasia
del hombre animal. Sin embargo, es Dios el que manda amar y el hombre creado el
quinto día quien debe obedecer. Ni hay justificación posible en el amor
indiscriminado. Este amor es indiferente. No puede haber verdad en un amor
ciego, ordenado, mandado. «Ámame». «No te conozco, ¿cómo voy a amarte». «Es
Dios quien lo manda». «Dios se equivoca, permíteme respetarte». «¿Cómo puedes
decir que Dios se equivoca?». «Porque no puedo amarte, no sé quién eres».
Si le dices a Dios que no puedes
amar, si le dices que le desobedeces, si no acatas su mandato, no esperes
encontrar un paraíso cuando dejes tu vida, no esperes su compasión, no esperes
su amor. Realmente tampoco puedo esperar eso; solo, de existir, esperaría que
me respetase, supongo que antes o después, si la relación es fluida, de tú a
tú, y parte del respeto mutuo, entonces, solo entonces podría amarle. Por tanto,
si amas a todos, en realidad es el miedo a no recibir lo que promete ese Dios
omnipotente, omnisciente y omnipresente lo que mueve ese amor infinito. Así no
se puede amar. Ahora bien, si me dicen que el reflejo de ese amor preconizado
por Dios es la igualdad, la solidaridad, entonces, el problema es de carácter
semántico. Es el respeto el que encuentra cobijo en esos parámetros. Es el
respeto el que es capaz de encontrar un verdadero equilibrio entre los seres
humanos y el que nos humaniza. No amaré a todos, los respetaré.
Imagen de origen desconocido.
En Mérida a 23 de febrero de 2019.
Rubén
Cabecera Soriano.
@EnCabecera