De la comunicación.

 


La comunicación es un puente que construimos para compartir nuestras emociones y nuestros sentimientos con otras personas. Se trata de un elemento que nos acerca, que nos une. El puente podemos construirlo nosotros e intentar alcanzar la orilla de enfrente, que es la persona con la que queremos relacionarnos, pero también pueden construirlo otras personas para alcanzar nuestra propia orilla. En cualquier caso, se trata de una construcción que une dos orillas. Cada orilla es diferente y el puente que las une también lo es. Incluso nuestra propia orilla, de la que nace el puente o a la que llega, se transforma a lo largo del tiempo y el puente que nace o llega a nosotros debe adaptarse a esos cambios. La comunicación no es algo estable ni permanente, y eso la dificulta. A simple vista no es sencillo comunicarse porque es necesario hacer un esfuerzo para tender ese lazo entre nosotros y otras personas, pero, además, cuando uno se ha decidido a hacerlo, solemos encontrar obstáculos que se interponen en el camino que va de una orilla a otra. Esos impedimentos son a veces colocados por nosotros mismos, a pesar de que hemos sido los creadores del puente, los que lo hemos diseñado e imaginado, pero en ocasiones provienen de la otra orilla, incluso cuando somos nosotros los que recibimos el puente. Los motivos por los que pueden aparecer esos impedimentos son casi infinitos, cualquier cosa puede servir como excusa para dificultar la comunicación, si no está en nuestro ánimo contar o escuchar, incluso, a veces, no somos conscientes de estar poniendo esas trabas que dificultan o directamente impiden la comunicación. Ser capaz de construir o recibir el puente es algo maravilloso que se consigue con gran esfuerzo, pero también es importante superar esos entorpecimientos que ponemos a la comunicación entre las orillas. Debes ser consciente de que, además, los puentes que queremos crear, si logramos llevarlos a cabo, no siempre terminan siendo como imaginamos y eso también puede suponer un obstáculo a la comunicación.

 

Está claro que los puentes son muy diferentes entre sí. No es igual la comunicación que establecemos con un amigo o con un padre o con nuestra pareja. Cada puente es distinto, y debemos ser conscientes de que esos puentes que lanzamos hacia los demás, también los recibimos, por tanto, debemos estar preparados para aceptar aquello que nos llega, aunque también es lícito rechazarlo, dependerá de muchas circunstancias, pero somos libres, debemos serlo, para tomar nuestras propias decisiones. En ocasiones nos encontramos con distintos puentes que unen dos mismas orillas. No es infrecuente, piénsalo y verás como tú mismo tienes varios puentes tendidos conmigo y en función de lo que quieras contarme y cómo quieras contarlo usas uno u otro. También hay puentes que nacen de tu orilla y vuelven a la misma, estos son un tanto especiales, nos ayudan a querernos a nosotros mismos y a conocernos mejor, pero hablaremos de ellos en otro momento. Los puentes pueden ser preciosos, otros son más feos, pueden estar muy decorados, a veces son sobrios y contenidos, pero, al igual que somos capaces de interponer obstáculos en los puentes que dificultan la comunicación, también podemos embellecerlos según nuestro propio gusto y mejorarlos. Esto ocurre, somos nosotros los que lo decidimos y, cuando terminamos nuestro trabajo y contemplamos cómo nos ha quedado el puente, podemos y debemos sentirnos orgullosos. Establecer esos lazos implica un esfuerzo y un compromiso que se adquiere con la otra persona. Y ten en cuenta de que se trata solo del puente, solo es, por tanto, la vía para poder transmitir nuestras emociones y compartirlas, pero ese puente es tan importante que sin él seríamos incapaces de comunicarnos.

 

También debes saber que, a veces, los puentes se derrumban y se rompe la conexión entre las orillas. Esa ruina del puente se puede producir porque no se cuide lo suficiente y ese descuido termine provocando su derrumbe, pero también podemos ser nosotros quienes lo quebremos porque nos sintamos dolidos, engañados, traicionados o, sencillamente, aburridos de esa unión. Y, por supuesto, también puede ocurrir que la destrucción del puente provenga desde la otra orilla. Debemos estar preparados para esa posibilidad y, aunque nos duela, que dolerá, hay que hacer un esfuerzo por superarla. Recuerda que tendrás otros puentes para poder comunicar las emociones que sientas. Has de saber que es muy difícil reconstruir un puente derruido, no, sin embargo, estoy diciendo que sea imposible. En cualquier caso, siempre quedarán los arranques, eso es inevitable y hermoso en según qué casos. A pesar de que el tiempo pase y pueda ocultarlos, siempre estarán ahí y cuando hacemos un trabajo de prospección —es decir, de búsqueda dentro nosotros mismos— casi arqueológica en nuestra propia orilla, encontramos los vestigios de antiguos puentes que estuvieron en un momento determinado destinados a permitirnos la comunicación con otras personas. También ocurre si nos asomamos a esos restos de los puentes que veamos en la otra orilla, a lo lejos, algo parecido a la entrega de ese puente que estuvo tendido en su momento. Puede ser que lo veamos, puede que no. Hay ocasiones en las que la luz que separa ambas orillas es tan grande que apenas se ven los extremos. Como digo, es complicado reconstruir los puentes derrumbados, es grande el esfuerzo que debe hacerse, pero este trabajo, que requiere gran convicción si se acomete, no es exclusivamente nuestro. Recuerda que en la comunicación la otra orilla es igual de importante y puede ser que la persona con la que queremos reconstruir el puente no lo acepte. Siempre debemos respetar esa opción. Son muchos los motivos que nos pueden impulsar a reconstruir un puente —al igual que son muchos los que nos inclinan a construir uno nuevo—, pero también pueden existir muchos motivos en la otra orilla que provoquen el rechazo a recibirlo —y puede pasar exactamente lo mismo con los nuevos—.

 

Aunque pueda parecer increíble a la par que maravilloso, la comunicación cuando es fluida porque el puente está funcionando bien termina siendo algo sencillo. En el fondo lo es, pero solo cuando superamos los obstáculos que existen para construirlo y que pueden aparecer dentro de él una vez lo hemos erigido y las dos orillas están unidas. Es entonces, cuando el camino está libre, que nos damos cuenta de lo bien que nos sentimos al compartir las emociones, tanto las más agradables como las más tristes, pues nos servirá como desahogo. Ahí comprobamos que nos hacemos entender y que somos capaces de entender a los demás. Comprendemos que somos capaces de conectar con otras personas al compartir nuestros sentimientos porque nos acercan, porque nos unen. Y gracias a esos puentes nos damos cuenta de cuán hermosas son todas formas posibles de comunicarse, porque no solo existe la comunicación verbal, podemos comunicarnos con nuestro cuerpo, a través de la música, con lo que escribimos, con las caricias, con la pintura, con los besos, con los abrazos… Todas son formas de comunicación válidas, pero solo son efectivas gracias a los puentes que construimos y, cuidado, recuerda que esos puentes deben estar atendidos si quieres conservarlos, requieren un mantenimiento siquiera mínimo para ayudar a proteger la buena salud del puente, de la comunicación. 

 

 

 

 

Imagen creada por el autor con IA.

En Mérida, a 4 de julio de 2025.

Rubén Cabecera Soriano.

@EnCabecera

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