El agnosticismo de Dios.




Si mi existencia es indemostrable, cómo no voy a ser agnóstico. Si solo la fe es la virtud que revela mi presencia, dónde encuentro respuesta a mi propio ser. Si es imposible e inaccesible para la razón humana el conocimiento de mi divinidad y aquello que trasciende lo demostrable, cómo pretender comprenderme.

Mi presencia se convierte en ausencia, cada vez más, porque cada vez más, el ser humano no necesita de mi existencia, su comprensión avanza, se desarrolla, crece, evoluciona, pero nunca alcanzará a entenderme. Yo no vivo en el cielo, vivo en las mentes. Así pues, mi ausencia causa olvido y simplifica y facilita la vida del hombre que no tiene que interpretar mis palabras manuscritas a través de las manos de otros por mi intercesión, como bien dijo mi buen Tomás. Lo que dije lo escribí de manos de quien elegí. Ya no tenía nada más que decir. Pero el ser humano es duro de entendederas, obvia los valores que mis enseñanzas inculcan, así pues, sigue necesitándome, así pues, mi presencia se mantiene allá donde soy demandado y me ausento donde no se me requiere.

Esa necesidad de mí hace que quien me busque tenga fe en mi existencia, aunque no me encuentre, y nunca llega a comprender que me hallo dentro de él, por tanto, duda y esta duda lucha contra su fe. Entonces, a veces, les pregunto cómo pueden estar seguros de que no pueden entender mi existencia. En estos casos siembro la incertidumbre sobre ellos y reaparezco iluminando su camino. No es un juego para mí, porque la necesidad de mí es auténtica y solo a través de mí, pueden recuperar los valores que transmite mi presencia, por más que no pueda comprenderse.

Sí, lo sé, no soy único, pero sí que lo soy, esa es mi paradoja, esa es la auténtica fe. Tan solo es que los seres humanos tienen que llamarme de formas diferentes para justificar sus abusos, sus guerras, sus injusticias. Mi nombre con vosotros se ha llenado de sangre por vuestras manos, pero mi existencia nunca ha terminado de desaparecer en vuestro ser, al menos mientras me habéis necesitado. Algunos han logrado convertirme en su justificación arbitraria para cometer fechorías y eso ha sembrado en quienes creían en mis valores nuevamente la duda acerca de mi existencia. ¿Cómo puede ser posible que quien dice hablar en mi nombre realice semejantes felonías y traicione los valores esenciales del ser humano? Es natural que se tambalee la fe, como es natural que estas actitudes fomenten el radicalismo en mi nombre. Yo no soy ese. Yo no soy.

Si yo soy el principio y el fin, y el principio no se ha logrado esclarecer y el final aún está por venir, cómo entender mi existencia. Cualquier esfuerzo hoy será baldío, pero mañana también será inútil, porque mañana será hoy. Si la experiencia no logra encontrarme, si la ciencia no alcanza a demostrarme, ¿acaso significa eso que no exista?, o, al menos ¿que no exista dentro de ti? Seguramente me tengas si me necesitas, pero probablemente no exista si me buscas.

Mi agnosticismo es el tuyo, tu realidad es la mía. De poco sirve mi existencia si rechazas mis valores y trascendental será mi ausencia si con eso consigo que los conserves.

  
Imagen sin posibilidad de identificar derechos de autor, existente en numerosas fuentes de internet.


En Mérida a 14 de mayo de 2017.
Rubén Cabecera Soriano.
@EnCabecera

1 comentario:

  1. Una buena reflexión sobre la necesidad de creer, que no de entender. La necesidad del hombre, parte de un principio de soledad, de orfandad, de temporalidad, que hay que llenar de alguna manera para no rebelarse contra las adversidades incongruentes que nos trae la vida. Una maroma que a veces buscas desesperadamente y otras miras con desprecio.

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