La basura ensucia nuestras calles.


Tanta suciedad asfixia. El hedor desprendido por la mugre que nos rodea apenas nos permite respirar. Curiosamente esta pestilencia no se concentra en los contenedores de basura, sino que se aglutina en torno a nuestras administraciones, a nuestras instituciones y sobre todo en torno a nuestros políticos que se erigen por méritos propios como máximos exponentes de esta hediondez encarnada en la mentira, el oscurantismo, la falta de transparencia, la corrupción y el insoportable tratamiento paternalista que tienen para con nosotros, como si no fuésemos capaces de afrontar la verdad por cruel y aterradora que pueda ser gracias a su magnífico y exquisito trabajo. Tal vez hacer el esfuerzo de reconocer su incapacidad les aterra porque pudiese suponer su fin, su condena, su separación como parásitos que son de la sociedad, mientras no demuestren honradez, valía y arrojo por la sociedad que no tuvo más opciones que delegar en ellos el gobierno.

Discúlpeseme la generalización, sobre todo porque yo mismo reconozco conocer a políticos trabajadores, serios y preocupados por el bien de la sociedad, pero cada vez que veo a dos de estos tergiversadores profesionales hablar de manera diametralmente opuesta sobre un mismo tema, sólo me cabe pensar que ambos me engañan. Antes, mi inocencia y confianza me obligaba a considerar la posibilidad de que uno de los dos mentía, lo que ya de por sí es grave, pero a la vista de los acontecimientos no me dejan más opción que considerar en ambos la mentira como su discurso. Resulta increíble, vergonzoso y ofensivo escuchar a dos engendros manipuladores diciendo síes y noes a lo mismo, mirándose a la cara y esperando finalizar sus instantes de diatriba ansiosos por escuchar los aplausos de sus escuderos fieles, mientras los del banco opuesto sonríen sardónicamente y van negando con la cabeza cada una de las frases que atraviesan sus vacíos cerebros, lavados por ideales políticos extremadamente alejados de la realidad social que vivimos. Yo, estupefacto y asombrado no dejo de preguntarme si alguna vez esto terminará. Ya está bien.

Pero más vergonzoso aún que que políticos putrefactos y deshonestos se dediquen a beneficiarse con los derechos y la riqueza de los ciudadanos a costa de sí mismos y de terceros poderosos; y más vergonzoso aún que que estos políticos puedan estar incluidos en las listas electorales buscando su reelección; más vergonzoso es que puedan llegar a ser reelegidos, que nuevamente reciban la confianza de la ciudadanía a través del derecho más preciado que tenemos en democracia y que es el voto. No debemos esperar más que pestilencia de aquellos que hicieron de obscenos e indecentes comportamientos su oficio, y no debería asombrarnos que sólo se preocupen de esforzarse en conservar ese puesto, aun a costa de mentiras, engaños y manipulaciones constantes y continuas.

A cada uno lo suyo y nosotros somos los responsables de que esta situación se repita una y otra vez. Ojalá que la justicia, la verdadera, la independiente, sepa hallar el camino para limpiar este indigno y huero gobernar.




Mérida, 5 de noviembre de 2011.
Rubén Cabecera Soriano.

1 comentario:

  1. la política y sus representantes son, por regla general obscenos.

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